TNto recuerdo exactamente la frase pero sí el fondo. La izquierda es más exigente con los partidos a quienes dan su voto y con sus representantes, y perdona menos las desviaciones. Es lo que recuerdo que, en referencia al electorado afín al partido socialista, decía Ibarra a quien pido disculpas si no he recogido bien estos pensamientos que en alguna ocasión le he escuchado. Es un electorado ideológico, proclive a sentirse traicionado cuando se producen desvíos y corruptelas. Pues así me siento yo, educada en el cristianismo, pero cada vez más alejada de lo que el catolicismo supone. No comprendo, no acepto y me siento traicionada. Ya me refería en algún momento al rechazo que me produce el que la jerarquía eclesiástica propague por el mundo la maldad del preservativo y predique la abstinencia, y si eso me parece inhumano y peligroso ¡qué decir de la ocultación cómplice de los abusos físicos o sexuales a menores que, durante años y años, han estado y están bajo la tutela de ciertos perversos religiosos! Comprendo que a la Iglesia le moleste la constatación de que esto ocurre, de que se repite una y mil veces igual que comprendo que a los partidos les moleste comprobar que en su seno tienen corruptos, pero, en ninguno de los casos, la solución está en la negación y el ocultamiento. Nunca ha sido buena política para quienes la han practicado.

Reflexiono sobre esto cuando oigo y leo lo ocurrido en Irlanda. Veinticinco mil niños objeto de abusos en el transcurso de cuarenta años. El informe ha visto la luz y es repugnante. Salen a seiscientos veinticinco menores vejados cada año. Y esto ha ocurrido en todos los países de tradición católica donde los guardianes de la fe han sido, y aún en muchos sitios siguen siendo, autoridad incuestionable. Me siento traicionada y lamento que me sigan apartando.