La niña fotografiada desnuda huyendo de un bombardeo en la guerra de Vietnam, Kim Phuc, ha tomado el control de la fotografía que durante muchos años la esclavizó, ya que fue usada como propaganda por el Gobierno de su país, para trabajar por la paz y ayudar a los niños que se ven envueltos en conflictos armados.

"Mi foto es un símbolo de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón", ha asegurado Kim Phuc, en castellano y con una amplia sonrisa en la boca que no ha perdido a lo largo de su intervención en un acto en Madrid, al que ha acudido invitada por la organización Save the Children, dentro de la campaña Reescribamos el futuro.

Nuevo mensaje

Cuando se cumplen 35 años de esta imagen que ilustra el impacto de los conflictos armados en los niños, ella, uno de los cinco niños que huyen y gritan de dolor tras el bombardeo con napalm del ejército norteamericano sobre una aldea de Vietnam, viaja por el mundo para cambiar el mensaje y recabar ayuda para su Fundación.

"Cuando vean a esa pequeña niña, corriendo, gritando y llorando, no piensen que llora por miedo y dolor, mirarla de nuevo porque llora por la paz", ha manifestado, Kim Phuc, la embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.

Esta mujer, que vive en Canadá junto con su marido y dos hijos, tenía 9 años cuando sufrió las consecuencias de los 1.200 grados de temperatura que alcanza este explosivo, que le causó quemaduras de tercer grado en el 65% de su cuerpo y que ha tendido que ser intervenida en 17 ocasiones.

"Cuando salí del hospital, quería estudiar mucho para ser médico, pero el Gobierno vietnamita decidió buscarme para convertirme en símbolo de la guerra. Iban a buscarme a la escuela para llevarme a entrevistas y yo quería que me dejaran sola para estudiar", relata Kim Phuc, que cierra continuamente los ojos para recordar.

Conoció el miedo

"Crecí en una localidad al sur de Vietnam, era feliz, jugaba con mis amigos, iba en bicicleta a la escuela, vivía en una casa con pequeños árboles frutales y un patio con animales. Me sentía segura y amada y, antes de la guerra, nunca tuve miedo", explica, "hasta que los soldados golpearon la puerta y entonces conocí el miedo".

De esta experiencia, Kin Phuc extrae varias lecciones, según explica, como la de ser fuerte, conocer la importancia del amor o la de la educación para superar los obstáculos, y las utiliza para ayudar, a través de su Fundación, a niños que, igual que ella, son víctimas de la guerra y la violencia.

Durante el acto, Alberto Soteres, de Save the Children, ha explicado que la campaña Reescribamos el futuro pretende contribuir a la educación de ocho millones de niños, que viven en situaciones de conflicto armados, hasta el 2010. Esta organización ha recordado que de los 77 millones de niños que hay en el mundo sin escolarizar, 39 viven en países en guerra