Dice el dicho que las bicicletas son para el verano. Puede valer para quienes ven en este artilugio un simple elemento de ocio, para darse un paseo aprovechando una tarde durante las vacaciones, pero no para quienes las consideran un medio de transporte. Y no uno cualquiera, pues posee algunos valores añadidos como son su rapidez, su nula contaminación y su carácter saludable que la hacen única para pequeños desplazamientos, que son la mayoría de los que se realizan en localidades de tamaño medio.

Una de estas ciudades es Mérida, que ayer celebró su Día de la Bicicleta, una iniciativa promovida por el colegio Antonio Machado que cuenta con el apoyo del ayuntamiento para su organización. Más de 200 alumnos de hasta ocho centros educativos, junto a algunos de sus profesores e incluso padres, hicieron un recorrido por las calles de la ciudad para reivindicar este medio de transporte sostenible, que necesita de una mayor implicación de las autoridades para convertirse en una verdadera alternativa al coche como medio para desplazarse por la ciudad.

La falta de carril bici y de lugares donde aparcar las bicicletas son las principales reclamaciones de sus adeptos en Mérida, una ciudad que aún se encuentra muy lejos de ofrecer las condiciones más apropiadas para los ciclistas, pero en la que se han venido dando algunos pasos.

En uno o dos meses se abrirán los tramos de carril bici necesarios para desplazarse con total seguridad desde el lago de Proserpina (la nueva carretera incorpora esta infraestructura) hasta la Ciudad Deportiva, atravesando de punta a punta la ciudad. La capital extremeña ya cuenta con zonas apropiadas para circular en bicicleta, como los parques junto a los ríos Albarregas y Guadiana.

Pero el talón de Aquiles de Mérida para convertirse en una ciudad apropiada para los ciclistas se encuentra en el centro urbano. La falta de espacio propia de ciudades históricas no deja sitio para un carril bici. A cambio, la Delegación de Tráfico declaró Zona 30 todo el centro de la ciudad, lo que obliga a los vehículos a circular a menos de 30 kilómetros por hora con el fin de adaptar el tránsito a la velocidad de los ciclistas. También se ha puesto en marcha, y se prevé ampliar en 2011, el servicio público de alquiler de bicis, que cuenta con tres bases. Pero parece que no es suficiente, sobre todo cuando muchos conductores no respetan a los ciclistas, a quienes consideran más un obstáculo en su camino que un usuario más de la vía.

Dentro de poco quienes se desplacen en bicicleta por el centro tendrán una nueva ventaja sobre quienes lo hacen con vehículos a motor. Aunque aún no hay fecha, pronto funcionarán las cámaras que controlan el acceso a las calles en las que el tránsito está restringido para uso exclusivo de residentes y servicios públicos, y que no afecta a los ciclistas. Solo el tiempo dirá si anima a más ciudadanos a aparcar su coche para desplazarse en bici.