El miedo al tan debatido choque de civilizaciones ha llegado a dos pequeñas localidades de la Comunidad Valenciana, Bocairent y Beneixama. Todos los años, las tradicionales y multitudinarias fiestas de moros y cristianos que se celebran en estos pueblos --valenciano el primero y alicantino el segundo-- incluían una curiosa tradición que se lleva repitiendo, como mínimo, desde hace siglo y medio. La reconquista del castillo por el bando cristiano culmina con la destrucción con petardos de una efigie de cerca de tres metros llamada la Mahoma, que va vestida con un turbante, lleva una espada oriental en la mano derecha y luce barba y tez morena. Todos los años, menos este.

Tras los graves disturbios del pasado enero a raíz de la publicación de unas provocativas caricaturas del profeta del Islam en una revista danesa, en las que se vinculaba a Mahoma con el terrorismo, los organizadores de estas fiestas comenzaron a revisar la parte de la celebración que alude a lo que ellos llaman la Mahoma. ¿Merecía la pena continuar con esa tradición cuando una parte del mundo árabe tenía la sensibilidad a flor de piel? Tanto Beneixama como Bocairent llegaron a la misma conclusión. No iban a destruirla. No convenía caldear los ánimos.

TEMOR A HABLAR Es difícil encontrar en ambos pueblos personas que quieran hablar y opinar sobre este asunto. Sus habitantes consideran que cuanto más se trate el tema, más polémica se generará y más atención recaerá sobre ellos. Todos quieren dejar claro que la demolición de la efigie no tiene ningún propósito ofensivo --"es solo un muñeco que simboliza el bando moro, no lo vemos como Mahoma", dicen--, que solo se trata de una parte, y no la más importante, dentro de unas fiestas que incluyen otros muchos actos, así como que su decisión es voluntaria, porque no hubo amenazas.

"Duele que una tradición de tantos años pueda desaparecer, pero también hay otros elementos de la fiesta que han evolucionado", dice María Mercedes Molina, miembro de la comisión de fiestas de Beneixama, de 1.800 habitantes. "Si toca modernizar, toca modernizar, siempre que la fiesta no se desvirtúe. Aún así, hay gente que ha protestado".

La celebración en Beneixama tuvo lugar entre el 6 y el 9 de septiembre. La Mahoma es en este pueblo un armazón de hierro, que se desnuda cuando los cristianos toman el castillo y se colocan petardos en su cabeza, que estalla poco después. La modernización ha consistido este año en obviar la parte de la explosión. Y eso que, según explica Molina, Beneixama obtuvo una especie de plácet islámico.

"Es un tema muy, muy delicado", reconoce Agustín Belda, expresidente de la junta de fiestas de Bocairent y actual asesor artístico. Este pueblo la celebró en febrero. La Mahoma se lanzó por el castillo (de madera y cartón), pero no se explotó.