Fue una longa noite de choiva . Las gotas de agua repiqueteaban insistentes sobre el claustro García Matos del complejo San Francisco. Como en Muxía o en Camelle, las luces se diluían, el viento dictaba su ley y sólo faltaba la sirena tenebrosa del faro de Finisterre para que Cáceres pareciera un jirón fantasmal de la Costa de la Muerte.

En diciembre se naufraga poco. Los marineros gallegos de la costa del fin del mundo lo saben muy bien. De los 200 naufragios con 600 muertos acaecidos en la Costa de la Muerte, la mayoría se produjo en noviembre. Ese mes se hundió frente a Camelle el petrolero ruso Boris Sheboldaef . Era el año 1934 y, tras 36 barcos carboneros naufragados desde 1770, por primera vez conocían los gallegos la plaga del chapapote. El cambio de fuente de energía traía consigo la contaminación marina.

Durante otro otoño, nueve años después, llegaría la marea destructora del petrolero alemán Nord Atlantic . La plaga negra ya no cesó. La del Prestige , en noviembre del pasado año, fue la última. Por ahora. Una foto de Xurxo Lobato recoge el momento en que el casco del petrolero desaparece en el Atlántico. Fue una de las imágenes más comentadas durante la inauguración de la exposición.

Había otra fotografía que dibujó recuerdos en el semblante de Juan Andrés Tovar. En ella, Mónica Ferrerirós retrata un pabellón lleno de voluntarios. El presidente de la diputación recordó que hace un año él también estuvo recogiendo chapapote con 200 voluntarios extremeños en Camariñas.

MAREA DULCE La Costa de la Muerte es la más batida y violenta de España. Al llegar frente a ella, los barcos han de cambiar obligadamente de rumbo. Cualquier fallo mecánico o humano que coincida con el temporal puede ser fatal. Le sucedió en octubre de 1927 al vapor francés Nil , que navegaba de Burdeos a Gambia cargado de mercancías de lujo.

Los vecinos de la playa de Arou, donde varó el mercante, recogieron unos botes de un producto blanco con el que pintaron sus puertas. Era leche condensada y el verano atrajo la mayor plaga de moscas que recuerda Galicia.

La marea del Prestige es amarga, es negra y sólo atrae la miseria. En San Francisco se puede contemplar una foto de Vítor Mejuto: dos marineros recogen chapapote desde su barca, inclinados sobre la ría de Arousa. La imagen resume la soledad de un pueblo frente a las traiciones del mar y quienes lo gobiernan.