Las animaciones de los mapas meteorológicos ya avisaban: la evolución de la nube de ceniza del volcán islandés se acercaba amenazadoramente a España. A mediodía, se cerró el corredor aéreo entre Barcelona y Asturias (aunque se estableció una ruta alternativa). Poco después, Aena optó por clausurar siete aeropuertos del norte de la Península durante algo más de una hora, con lo que el sur del continente se sumaba así al tercer día de caos en el cielo europeo. Cataluña y Baleares vivían anoche pendientes de si les alcanzaba la columna de humo y cenizas.

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Como en las dos jornadas anteriores, la crisis generada por el Eyjafjalla sumó cifras que marean. Unas 17.000 operaciones (de las 22.000 previstas) se suspendieron ayer, el 77% del total. Más de 20 países se vieron obligados a suspender total o parcialmente la actividad en su espacio aéreo y las consecuencias alcanzaron a todos los rincones del globo. Solo 73 de las 300 rutas transoceánicas pudieron llegar ayer a alguna de las pocas instalaciones europeas operativas. En España, hasta las 20.00 horas se habían anulado 2.029 vuelos, según Aena.

COMPAÑIAS DESBORDADAS Esos son los grandes números. Pero fijando la vista en el detalle, en lo que ocurría varios kilómetros por debajo de la nube volcánica, las repercusiones en la movilidad eran desoladoras. Las compañías aéreas están absolutamente desbordadas por los acontecimientos. Las azafatas de tierra repartían patatas, chocolate o botellines de agua a unos pasajeros que lo que buscaban eran soluciones para poder viajar. Aena insistió en recomendar a los afectados que no se desplazaran a los aeropuertos sin haber contactado antes con sus aerolíneas. No tuvo éxito.

Por una parte, estaban las empresas con unos servicios de atención telefónica insuficiente. Por otra, la decisión de los viajeros de hallar una respuesta convincente en los mostradores, a pesar de que, para lograrlo, tardaran tres o cuatro horas. Total, el vuelo no lo iban a perder. Por eso las colas en las terminales se repitieron una vez más, ya que las alternativas de transporte escaseaban. Los coches de alquiler están prácticamente agotados en Europa y los trenes y los autobuses, llenos.

4.000 EUROS POR UN TAXI Otra opción para lograr viajar era el taxi. Algunos han conseguido estos días hacer carreras de cerca de 4.000 euros. Así lo reveló un representante sindical, Luis Berbel, que detalló que así han viajado algunas personas desde Barcelona hasta destinos como Londres, Estocolmo o París.

La Agencia Europea para la Seguridad Aérea (Eurocontrol) era pesimista ayer. El caprichoso dibujo de la mancha en los mapas del tiempo demostraba que era complicado realizar previsiones, a pesar de que el organismo vaticinó que las complicaciones seguirían al menos 24 horas más.

Esta condición tan cambiante provocó que Aena anunciara a las seis de la tarde que iba a cerrar los aeropuertos de Asturias, Santander, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Pamplona y Logroño desde las ocho de la tarde hasta las diez de la mañana de hoy. El anuncio hizo que algunas compañías (como Vueling) optaran ya a media tarde por no volar a esos destinos para no arriesgarse a que sus aparatos quedaran bloqueados, según apuntó la aerolínea.

GABINETES DE CRISIS El cierre de los siete aeropuertos duró poco más de una hora, ya que la nube se desplazó hacia el este. También se organizaron sendos gabinetes de crisis en Barcelona y Madrid a lo largo del día.

La concentración más elevada de ceniza se situó ayer sobre Gran Bretaña y Francia, a unos 10 kilómetros de altura. Esta considerable distancia propició que tanto en Alemania como en Austria se hicieran algunos vuelos por debajo de esa cota. Pero fueron la excepción. Políticos, reyes o deportistas no pudieron eludir un colapso aéreo que ya supera en afectación al registrado en el 11-S.