Para ver el interior de una célula hace falta un microscopio tan grande como un campo de fútbol. Un sincrotrón es, en esencia, ese microscopio. Alba abre la puerta a radiografiar el interior de la célula e inmortalizar los procesos que se producen en ella. Por ejemplo, cómo un virus entra en la célula o cómo un medicamento actúa sobre esa célula. Pero el espectro de investigaciones de Alba es mucho más amplio. En sus laboratorios se estudiarán microcircuitos, nanopartículas, las propiedades magnéticas de los materiales, el comportamiento de minerales a altas temperaturas y presiones --la situación que se da en el centro de la Tierra-- o la resolución de estructuras de proteínas.