Como el crudo que se escapa a presión desde el pozo submarino a 1.500 metros de profundidad en el golfo de México desde la explosión el 20 de abril de una plataforma de Transocean gestionada por British Petroleum (BP), la indignación por el vertido y la respuesta a la catástrofe también brota a chorros en EEUU. El presidente, Barack Obama, vapuleado públicamente por la actuación de la Administración y su supuesta permisividad con BP, está llegando a su límite y, en privado, ha mostrado su frustración. Según miembros de su equipo que han hablado desde el anonimato, Obama, que mañana realizará su segundo viaje a la zona afectada, llegó a decir en una reunión: "Tapen el maldito agujero".

´TOP KILL´ El último intento de sellar la fuga arrancó ayer a la una del mediodía hora local (20.00 horas en España). BP puso en marcha las operaciones del denominado top kill, una estrategia probada antes sobre tierra pero nunca bajo el agua y por la cual se inyectarán más de 20.000 toneladas de barro y hormigón para tratar de frenar el crudo.

Esas operaciones, complicadas por la presión del crudo y el gas, pueden tardar dos días en completarse y BP calcula que al menos tendría que esperar 10 horas para comprobar si son efectivas. Si fracasa, BP volverá a intentar un sellado del pozo con una cúpula, el método que tuvo que abandonar hace unas semanas.

Obama prometió ayer "destinar los recursos necesarios" para detener el vertido, aunque asumió que "ya se ha infringido mucho daño". El presidente aprovechó para poner el vertido como ejemplo de que hay que abogar por una reforma del modelo energético que apueste por energías alternativas.

Hoy se espera que Obama inste a endurecer los requisitos de seguridad para la explotación petrolífera en alta mar y que anuncie un régimen de inspecciones sobre seguridad más riguroso que el vigente, que prácticamente permite a las petroleras autorregularse y controlarse.

Los fallos de supervisión han quedado de manifiesto con este vertido. BP, en un primer informe de lo sucedido, ha identificado varios errores y ha asumido ante los congresistas de EEUU que uno fue "fundamental": horas antes de la explosión se realizó una prueba sobre posibles filtraciones en el pozo y, aunque el resultado fue "no concluyente" en el mejor de los casos y "no satisfactorio" en el peor, los trabajadores lo dieron por bueno.

UN NUEVO ERROR Por si Obama no tuviera ya bastantes problemas, la investigación interna del Departamento del Interior sobre la división encargada de supervisar las perforaciones petrolíferas sacó ayer los colores a su Administración. Al menos uno de los inspectores del Servicio de Gestión de Minerales ha admitido consumir cristal, una metanfetamina, y ha reconocido que podría estar bajo los efectos de la droga cuando acudió al día siguiente al trabajo.