Richard Williamson, uno de los cuatro obispos tradicionalistas expulsados por la Iglesia católica en 1988 por seguir al arzobispo cismático suizo Marcel Lefebvre a los que ahora el Papa ha levantado la excomunión, no solo no ha hecho acto de contrición por haber insistido en negar la existencia del holocausto, sino que afirma haber reunido las pruebas que le permiten estar "convencido" de la exactitud de su teoría y que revisarlas le llevará algún tiempo.

En una entrevista para la próxima edición del semanario alemán Der Spiegel , Williamson explica que para retractarse de sus afirmaciones, tal y como le ha exigido el Vaticano, primero tiene que cotejar la documentación histórica. "Si encuentro pruebas me corregiré", precisa, tras asegurar que hizo sus investigaciones en los 80 y que ha consagrado su vida a "buscar la verdad".

En una entrevista concedida a una televisión sueca difundida dos días antes de su rehabilitación, el prelado sostenía que las cámaras de gas de los campos de concentración nazis eran un invento y no habían matado, según él, ni a uno solo de los 200.000 o 300.000 judíos que admitía que podían haber llegado a morir en los campos de exterminio.

El obispo no parece impresionado por la regañina del Vaticano, pero tampoco por las palabras de Bernard Fellay, el superior general del movimiento tradicionalista en el que milita, la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, que ha pedido "perdón" al Papa y "a todos los hombres de buena voluntad" por las palabras de Williamson.

En la entrevista al semanario alemán, además de no retractarse, la emprende contra los documentos salidos del concilio Vaticano II, a los que califica de ambiguos y, en consecuencia, de ser los causantes del "caos teológico" actual. Por si ello no bastará para situarse fuera de la disciplina de la Iglesia católica, el prelado incluso se permite criticar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

EXIGENCIAS INCUMPLIDAS Al Vaticano le corresponde ahora lidiar con semejante historial de méritos. Williamson ha sido readmitido en la Iglesia pero para poder ejercer como obispo se le ha advertido de que tendrá que dar por buenas las enseñanzas del Vaticano II y reconocer la autoridad de los pontífices que han gobernado desde entonces: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Destacados teólogos, como Hans Küng, críticos con la decisión de rehabilitar a los lefebvrianos creen que la negación del holocausto por parte de Williamson es un síntoma de la mentalidad antisemita predominante en ese movimiento y que era previsible que su reintegración enturbiase las relaciones del Vaticano con Israel y Alemania.