El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, se despidió ayer de su cargo una semana antes de la llegada de su relevo, José Ignacio Munilla. En su homilía, aconsejó a su sucesor que "descubra y potencie" la riqueza de la diócesis de Guipúzcoa, al entender que "no se merece" la visión peyorativa y llena de prejuicios que existe en el seno de la propia Iglesia y en la sociedad.

Uriarte dijo adiós en una misa cargada de emoción, con centenares de fieles. La ceremonia, celebrada en un abarrotado templo, fue concelebrada junto al obispo emérito de San Sebastián, José María Setién; el emérito de Baiona, Pierre Moleres, y los vicarios de Bilbao y Vitoria.

Esta celebración sirvió de ensayo para el día 9, cuando tomará posesión José Ignacio Munilla. Su llegada ha estado precedida de una larga y profunda polémica, hasta el punto de que el 77% de los párrocos guipuzcoanos, entre los que se encuentran 11 de los 14 arciprestes, han firmado un texto en el que expresan que este obispo "no es en modo alguno la persona idónea para desempeñar el cargo".

LLAMAMIENTO A LA UNIDAD Juan María Uriarte se ha multiplicado en las últimas semanas para contrarrestar el fortísimo rechazo que genera la llegada de Munilla. En más de media docena de ocasiones ha solicitado públicamente a sus fieles que colaboren con el nuevo obispo, una situación insólita que demuestra que el clero guipuzcoano está molesto con el nombramiento del hasta ahora obispo de Palencia, alineado con el ala más conservadora de la Conferencia Episcopal Española.

Munilla nació en San Sebastián y habla euskera, pero se formó en Toledo, hasta su ordenación en 1986 por el entonces obispo de San Sebastián, José María Setién. Después de varios años en Zumárraga, se convirtió en 2006 en el obispo más joven de España, con 44 años. Precisamente, las únicas voces que se oyen en Guipúzcoa a su favor proceden de Zumárraga, de quienes allí colaboraron con él.

Uriarte intentó ayer de nuevo facilitar el camino y le instó a potenciar los puntos fuertes de la diócesis, entre los que citó su búsqueda "tenaz" de la paz, la ayuda "extraordinariamente generosa" al Tercer Mundo y la acogida "humana y espiritual" a los inmigrantes. También negó la visión "distorsionada o interesada" que circula en ámbitos cívicos y eclesiales, que describe la diócesis como "espiritualmente empobrecida", indisciplinada y "escorada" hacia el nacionalismo. A quienes juzgan desde el desconocimiento, les aconsejó "Venid y ved".