"Yo viví en las entrañas del horror". A sus 80 años, Mira Kniaziew de Stupnik todavía acuña en el cuerpo su visita al infierno: el tatuaje A-15538 que le grabaron cuando entró en Auschwitz. Y, por eso, quiso explicarle al obispo negacionista Richard Williamson su sufrimiento y el de quienes no pudieron contarlo. Pero Willamson nunca quiso recibirla. Ayer, cuando se enteró de que el lefebvrista tenía 10 días para abandonar Argentina, respiró aliviada. "Me hirió saber que estaba en el país de mis nietos. Me habría gustado que me mirara a los ojos y se atreviera a negarme el Holocausto", le dijo al diario Clarín .

Kniaziew vivía en la polaca Bialystok. Los recuerdos de Auschwitz, donde entró a los 11 años, son más fuertes que el tatuaje: la montaña de cadáveres, el olor nauseabundo y dulzón de los crematorios. El gas. Un universo atroz que, para Primo Levi, otro superviviente, era imposible describir con palabras.

El papa Benedicto XVI le había levantado la excomunión al obispo lefebvrista. Cuando este negó el Holocausto ante la televisión sueca, el Vaticano le pidió que se retractara. Pero Williamson dijo que necesitaría tiempo para "estudiar la historia".

La resolución, dijo Kniaziew, calma, al menos, parte de la afrenta del obispo británico.