La cuestión más peliaguda no será la readmisión de los católicos divorciados y vueltos a casar, ni la aceptación de las parejas de hecho y de gais, sino el cambio de una Iglesia que impone normas y preceptos hacia otra que, según el papa Francisco, "acoge y consuela a los fieles" porque "es un hospital de campo". Una Iglesia más horizontal que vertical.

Se trata de una línea que, en vísperas del sínodo de los obispos sobre la familia, está siendo torpedeada por eminentes cardenales de todas las latitudes, que reafirman la indisolubilidad del matrimonio y que para los divorciados católicos vislumbran soluciones de recambio, como la anulación de la primera boda, ya que de otro modo son adúlteros. "El 85% de los cardenales están contra" cualquier apertura, explica el vaticanólogo Raffaelle Luise.

Doscientos obispos de todo el mundo, en representación de las conferencias episcopales, se reunirán a partir del 5 de octubre y durante 15 días en Roma para debatir sobre la situación de las familias actuales, no partiendo de análisis sociológicos sino de la vida real de las personas. En sus manos tendrán las respuestas, aún secretas, que los católicos dieron a un largo cuestionario que el Papa envió a todos los obispos para que fuera debatido por la base católica. Entre los temas figuraban parejas de hecho, anticonceptivos, divorcios y bodas entre gais.

La llegada de los obispos a Roma ha estado precedida por la publicación de un libro con textos de cinco cardenales, entre ellos Raymond Leo Burke, ministro de Justicia del Vaticano, y Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. "Los autores de este volumen están juntos en sostener firmemente que el Nuevo Testamento muestra a un Cristo que prohíbe sin ambigüedades el divorcio y sucesivas bodas", escribe Robert Dodaro en la introducción.

No parece una coincidencia que el libro salga en Estados Unidos e Italia días antes del sínodo. Müller se declara "sorprendido" por las críticas que ha originado su participacion en el texto, pero "sorprendido" está también el octogenario cardenal Walter Kasper, quien el pasado febrero explicó a los futuros participantes en el sínodo la línea del Papa, que comparte. Kasper recuerda que también durante el Concilio Vatiano II muchos cardenales se opusieron al Papa, pero "no de esta forma organizada y pública". Su idea es que "muchos matrimonios cristianos fracasan" y que la Iglesia "tiene que estar cerca de ellos". Kasper considera que "no se puede conceder una nueva boda", aunque sí "una chalupa para sobrevivir".

Cambio imposible

El arzobispo de Milán, Angelo Scola, opina que lo que impide la readmisión en la Iglesia de los divorciados vueltos a casar "no es el pecado", sino "la condición de vida en la que se encuentran", y propone que se facilite la anulación del primer matrimonio. El australiano George Pell escribe en un libro que "la cuestión de los divorciados casados de nuevo es secundaria", porque atañe a pocas personas, y concluye que "un cambio sustancial de la doctrina y la práctica de la Iglesia es imposible".

"No desperdicieis energías para contraponeros y chocar entre vosotros, sino dedicadlas mejor a construir y amar", dijo la semana pasada Jorge Bergoglio a un grupo de nuevos obispos que están siguiendo un curso de formación, algo inédito en el Vaticano.