Año y medio después de que la cúpula del episcopado español promoviera la beatificación entusiasta de medio millar de mártires de la guerra civil ejecutados en el bando republicano durante los compases iniciales de la contienda, los cuatro obispos de las diócesis vascas se disponen a oficiar, el sábado, un funeral conjunto en Vitoria para reivindicar la memoria de 14 sacerdotes y religiosos eliminados por las tropas franquistas en el País Vasco, a los que la Iglesia oficial ha ninguneado durante más de 70 años. El gesto supone un desafío en toda regla a la política del hombre fuerte del episcopado español, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, un año después de retomar las riendas de la Iglesia española descabalgando por la mínima al obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, en las elecciones a la presidencia de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

Tanto Rouco como Juan Antonio Martínez Camino, que actúa como ejecutor de las órdenes del purpurado, se escudaron en la imposibilidad técnica de beatificar a quienes no habían sido víctimas del "odio a la fe" para rechazar las pretensiones de los que reclamaban que se honrase la memoria de los católicos caídos del bando republicano. No hubo entonces concesiones, ni intento de reparar el olvido. Los obispos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria anunciaron hace unos días que, "ante las peticiones recibidas", se disponían a "cumplir con el deber pendiente" de celebrar los funerales no celebrados en el 36.