No es extraño que, según datos oficiales, los menores españoles comiencen a beber alcohol a los 13 años ni que 750.000 chicos y chicas de entre 14 y 18 años admitan haberse emborrachado en el último mes. Un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) con 223 visitas a 123 locales de seis grandes ciudades (Barcelona, Bilbao, Granada, Madrid, Valencia y Valladolid) demuestra que los adolescentes pueden adquirir bebidas alcohólicas sin problemas. Pese a que la venta de alcohol está prohibida a menores (excepto en Asturias, donde se permite desde los 16 años) y a que la mayoría de los españoles apoyan el veto.

Los resultados ofrecen esta foto de la permisividad en bares, bazares, supermercados y tiendas abiertas las 24 horas: en ocho de cada 10 locales (el 81%) los menores compran cerveza y en casi siete de cada 10 (67%) adquieren whisky sin que les pregunten su edad o les exijan el DNI. Granada y Valencia son la ciudad donde menos trabas hay.

EL EXPERIMENTO La OCU se ha valido de seis menores de entre 15 y 16 años, autorizados por sus padres, para hacer el experimento. Los adolescentes, seguidos por un adulto que servía de testigo, acudieron a 123 establecimientos en zonas de gran afluencia juvenil para comprobar dónde, por ejemplo, les pedían el DNI a la hora de venderles alcohol.

La investigación destaca que la oferta de cerveza a los adolescentes es mayor que la de otras bebidas alcohólicas y que, aunque no hay gran diferencia entre los distintos tipos de establecimientos, "curiosamente, donde hay más controles, es en los lugares de marcha", explicó la portavoz de la organización de consumidores, Ileana Izverniceanu. Madrid es la ciudad donde los jóvenes tienen más difícil comprar alcohol. La OCU detectó más inspecciones y sanciones que en otras localidades, si bien la coordinadora del estudio, Mónica Cabagna, apuntó que coincidió con un periodo (octubre del 2008) de mucha actividad policial.

Aunque en los locales donde se comercia con alcohol es obligatorio un cartel que advierta de que está prohibida su venta o dispensación a menores de edad, la mitad (48%) de los visitados no lo exhiben. En donde más brilla por su ausencia es en los locales tipo bazar (frecuentemente regentados por ciudadanos asiáticos): el 80% no lo mostraban.

Para la OCU, la vigilancia es mínima y el celo de los establecimientos "manifiestamente mejorable". Solo el 13% de los locales visitados exigieron el DNI a los menores y, un poco más, el 26%, cuando pretendían comprar whisky. A ello hay que añadir el precio asequible. Una botella de whisky cuesta unos 5,50 euros.

La organización de consumidores propone aumentar los precios y las restricciones a la publicidad. Ha enviado a Sanidad y a la consejerías la denuncia, en la que pide que se cumplan las leyes autonómicas, se mejoren los sistemas de inspección y sanción, y se impulsen campañas de prevención. También pide a Bernat Soria que se recupere el anteproyecto de ley estatal, que en el 2006 intentó sin éxito sacar adelante la entonces titular del Ministerio de Sanidad, Elena Salgado. Esta ley, que según Izverniceacu permitiría "homogeneizar" las distintas normativas autonómicas, nunca vio la luz, tras ser boicoteada por el sector vitivinícola y otros productores de bebidas alcohólicas que sintieron amenazado su negocio, aunque el texto nunca pretendió restringir el consumo libre entre adultos.

Pero Bernat Soria no mostró ayer especial interés en reactivar esta polémica norma. Se limitó a anunciar que "en esta legislatura se abordará el tema de forma más efectiva" y subrayó que el consumo de alcohol entre menores está descendiendo.

LA DROGA MAS CONSUMIDA El alcohol es, con mucho, la droga más popular entre los menores y adolescentes españoles, que se inician en su consumo antes de los 14 años, según las últimas encuestas realizadas por el Ministerio de Sanidad, que han detectado un ligero descenso. Preocupa especialmente la implantación de un nuevo patrón: el atracón de fin de semana, un consumo compulsivo de alcohol que se combina con otras sustancias y en el que priman los combinados (58,4%), la cerveza (34,1%) y el vino y los licores fuertes (27%).

Estos hábitos de consumo se traducen en la proliferación entre menores de pancreatitis y hepatitis agudas, accidentes vasculares y comas etílicos. También hay documentados casos de infartos y hemorragias cerebrales tras episodios de intoxicación etílica aguda. El alcohol incide en las relaciones sexuales de riesgo, los embarazos no deseados, la transmisión de enfermedades sexuales y los accidentes de tráfico.