La guerra de las focas no es solo la que en franca desventaja están librando las bestias polares contra los cazadores canadienses en los casquetes helados del lago de San Lorenzo, sino la que enfrenta al Gobierno de Canadá con los ecologistas de medio planeta. La Red Mundial de Protección de Focas ha desmontado los argumentos de la campaña que el Ejecutivo canadiense ha puesto en marcha para justificar la matanza de cerca de 300.000 ejemplares cada año. Lo que sin duda más ha indignado a los defensores del mamífero es que en Ottawa digan que el uso del garrote no es cruel.

"De los argumentos que esgrime Canadá para justificar su masacre anual, el de los métodos humanitarios es el más delirante. En qué cabeza racional cabe suponer que aporrear cachorros de foca con un pico tenga algo de humanitario", subrayó Luis Luque, director de la Fundación Altarriba y miembro de la red mundial. La temporada anual de caza comienza este miércoles y las espadas están en alto. No parece que la ofensiva del Gobierno canadiense para contrarrestar los ataques de los ecologistas pueda surtir efecto, pero tampoco hay esperanzas de que se decida a dar marcha atrás.