Bienaventurados los calvos porque de su boca saldrá la verdad con pelos y señales. Bienaventurados los calvos porque su cabeza no ensuciará la ración de eternidad que les toque en suerte. Esto quizás no lo dijera el Señor así literalmente, pero podía haberlo dicho. Lo que de ningún modo se le ocurriría es burlarse de los calvos como ha hecho el señor Berlusconi para insultar a un periodista que no es de su cuerda. Así insultan los que carecen de argumentos, a bulto. Da pena un idioma tan hermoso en una boca tan ordinaria. Olvida que calvo era César , calvo fue Shaskepeare , calva pintan a la ocasión y calvo fue el profeta Eliseo , sucesor de Elías , no el cantante de mi pueblo sino el del carro de fuego. Y alguien debería recordarle que en la Biblia está escrito (2 Reyes 2:23/25 ) que unos niños se burlaron de Eliseo llamándole calvo y Dios hizo aparecer dos osos que se comieron a cuarenta y dos de estos deslenguados. Ya no hay dioses como los de antes. Y si ni el Señor tuvo paciencia para aguantar que a uno de los suyos le tomaran el pelo, por qué soportaremos nosotros tamañas ofensas. Somos millones de calvos repartidos por el planeta. Más que ningún partido político, más que un club de fútbol. Derrocaríamos a todos los berlusconis del mundo. Nos dijeron que a los hombres se les conoce por sus obras. Y no es verdad. Se les conoce por sus pelos. Observe que pocos gobernantes son calvos. Vara, Zapatero, Esperanza Aguirre , todos de pelucón. Observe que en la lista Forbes de los más ricos del mundo apenas hay calvos, y cuando los hay, ni lo parecen ni nada, que no existe mejor peluquín que unos millones de euros. Y en el lado bueno, Ghandi, Buda, Mortadelo, Popeye . Por eso os digo: calvos del mundo, uníos. Somos una fuerza pidiendo a gritos un brazo que nos lidere.