A pesar de trabajar a 22 metros bajo tierra en un búnker de La Moncloa para actuar en caso de catástrofes y tragedias, Juan Carlos Rodríguez Búrdalo (Piedras Albas, Cáceres, 1946) busca tiempo para la poesía, su gran pasión. General de división y subdirector general de Conducción de Crisis de la Presidencia del Gobierno, reflexiona sobre el paso del tiempo, la vida y su tarea diaria en un mundo marcado cada vez más por la seguridad.

-- La luz ardida , título de su libro más reciente, ¿qué sugiere?

--Es un solo volumen con todos mis libros anteriores. Sugiere lo que brilló, la luz, y que como consecuencia del paso del tiempo se ha perdido, está ardido.

--Rodríguez Búrdalo, Rodríguez Zapatero... ¿Al presidente también le gusta la poesía?

--No lo sé porque no despacho con él. Hay otras autoridades que están por encima de mí que despachan y tienen con él este tipo de conversaciones.

--Dice que cada vez le queda menos tiempo para escribir, ¿se atreverá con una excedencia?

--No puedo, entre cosas porque el mundo está hecho como está y tenemos que vivir. Lo que hago es esperar a que llegue el momento del paso a la reserva para volcarme de nuevo en la lectura y la escritura, dos campos que tengo muy abandonados.

--¿Hay versos para terroristas?

--La poesía es buena para todos. Ojalá los terroristas pensaran por un momento en la poesía y la leyeran y dejaran otras peores ideas que pasan por sus mentes.

--¿El miedo se ha convertido en un recurso fácil?

--A veces sí, pero hay que superarlo. Una sociedad que se deja atemorizar pierde la libertad.

--¿A qué tiene miedo un poeta?

--A no acertar con las palabras que comuniquen con aquellos a los que se dirigen, que la poesía se pierda por no ser buena y no fructifique como la semilla.

--La Moncloa mira a la sierra de Madrid, ¿no me dirá que es fea?

--No, no. Es un conjunto que resulta atractivo, bonito y agradable desde el punto de vista arquitectónico y paisajístico.

--¿Para qué le sirve la poesía?

--Es un medio de comunicación con los demás y un medio de salvación propio, es decir, aquello que no quiero que se vaya y se queda en la memoria.

--¿Con qué sueña?

--Con la felicidad, que no se apague y que el día que sigue a otro anterior sea más feliz.

--¿Cuándo volverá a casa?

--Aún estoy en activo y tengo que pasar a la reserva para luego plantearme el cómo vivir. No descarto nunca que en ese cómo vivir esté Cáceres siempre o en largas temporadas.