Los niños son las víctimas más desprotegidas y olvidadas del sida. Cada minuto se infecta un menor de 15 años. Cada día se contagian 1.800. Y, cada año, la epidemia afecta a 500.000 que se suman a los 2,3 millones de niños con sida en el mundo, donde hay 14 millones de huérfanos a causa de la enfermedad. El 80% de ellos vive en Africa, pero las infecciones aumentan en Europa del Este y en Asia. "Hemos fracasado en nuestra política infantil y debemos preguntarnos porqué", señaló el responsable del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Arletty Pinel, en Toronto (Canadá), donde ayer terminó la 16 Conferencia Internacional sobre el Sida.

Pinel y el resto de los expertos denunciaron cómo, a pesar de invertir millones de dólares en la lucha contra la pandemia, se ha ignorado a las mujeres y, junto a ellas, a sus bebés.

TERAPIAS EN EMBARAZADAS Las tasas de transmisión de madre a hijo son del 45% en las naciones pobres, donde un pequeño de dos años que ha nacido con el virus morirá antes de llegar a su décimo cumpleaños. Y si ese niño pierde a su madre, sus posibilidades de sobrevivir se reducen a la mitad. La solución es dispensar tratamiento preventivo durante las fases de embarazo. Esta medida podría disminuir el contagio a menos del 2%. Sin embargo, solo el 6% de las embarazadas seropositivas tienen acceso a estas terapias.

"Cada bebé que nace con el virus del VIH refleja nuestros fracasos", añadió el director del departamento del sida de la Organización Mundial de la Salud, Kevin De Cock. Y enumeró los fallos: "estas infecciones demuestran los fracasos en la prevención, en la educación sexual para evitar embarazos no deseados, en la ausencia de seguimiento ginecológico". Malogro, este último, que tiene como consecuencia otra trágica realidad: el riesgo de que una mujer muera durante el embarazo es de una por 30.000 en los países nórdicos, frente a una sobre 15 en Africa.

Y si las infecciones en niños han desaparecido prácticamente de los países industrializados, la situación es muy distinta en lugares como Kenia, donde trabaja la pediatra Ruth Nduati. "Menos de un tercio de las mujeres africanas de 15 a 24 años saben cómo evitar el contagio".

A eso se añade la dificultad para diagnosticar la presencia del virus en los pequeños a través de complejas y costosas pruebas. "Los recursos en los laboratorios son insuficientes y no tenemos personal cualificado", explicó Nduati frente a los 25.000 expertos inscritos en la conferencia, que superan en número a los médicos que trabajan en Africa Oriental y Central.

Además, los menores son excluidos de los programas con antirretrovirales dispensados a los adultos. Unos 800.000 niños en el mundo necesitan tratamiento urgente, 600.000 de ellos en el Africa subsahariana. Otro obstáculo, repetido una y mil veces, es el rechazo social tanto a las mujeres infectadas como a los 14 millones de huérfanos por la enfermedad, expuestos a la pobreza y la prostitución.

CRITICAS El director de la Organización Mundial de la Salud, Anders Nordstrom, apuntó que la guerra contra esta epidemia necesitará 15.000 millones de dólares este año, pero hasta ahora las donaciones solo suman 8.000 millones. "Hay que hacer realidad las promesas", apuntó, tras recordar que los líderes del G8 prometieron "su apoyo financiero y político a esta lucha".