A los niños de la escuela lo que más trabajo les cuesta es comprender la diferencia que va de una oración a un enunciado y de un enunciado a una frase. Parecen una misma cosa pero no lo son. En un enunciado puede haber varias oraciones y en una frase no vaya usted a buscar un núcleo verbal porque carece de él. Y si a esto le añadimos que las oraciones se dividen en grupos y en subgrupos comprenderá por qué nuestros hijos detestan la lingüística, la gramática y a la madre que las engendró. Los americanos, como son más listos, para evitar estos embrollos filológicos han tenido la feliz idea de instaurar ese día tan bonito al que todos conocen como Desayuno Nacional de la Oración, en la que con sencillos ejemplos visuales sacan a la población estudiantil de los posibles yerros. Cada año invitan a un experto para que les ayude en la tarea. Este año, como todos sabemos, el invitado ha sido Zapatero . El sistema es sencillo a la par que ilustrativo. Consiste en relacionar imagen y concepto. Si con un puntero señalan a Bush tenemos que entender que nos hablan de la oración simple, la de un sólo y monótono predicado. Si señalan hacia un billete de dólar es que nos muestran a la oración principal, la que expresa el juicio fundamental de sus corazones. Europa es la oración compuesta y sin novio. Obama es la oración adjetiva, la que da color y complementa a la oración principal. Zapatero es la oración subordinada. El miedo a la crisis, al hambre, a la guerra, es la oración activa, la que zarandea los invisibles hilos de la economía de mercado. La Ignorancia es la oración sustantiva, que hace las veces de sujeto y complemento directo. Y por último tenemos a Dios, ciego, mudo y sordo: la oración pasiva. Para que luego digan del sistema educativo yanqui.