Medio lleno o medio vacío? Esa es la cuestión. Para uno el vaso estuvo más bien medio vacío. En el aspecto artístico, porque hubo poco que recordar, y también en el plano ganadero porque no se acabó de enmendar la tarde. Hubo un muy buen toro, que fue el cuarto, segundo de Paco Ureña. Uno enclasado aunque al final a menos, que fue el primero de Román. Y un manso pero manejable, que fue el que abrió el festejo, primero de Paco Ureña. O sea, el lorquino se llevó el lote y, aunque cortó la oreja, no pudo pasear la del cuarto por la cornada que sufrió al entrar a matar. Román tambien cortó una oreja, de las de Pamplona, a ese segundo. Y nuestro paisano José Garrido tuvo un lote imposible.

Fue un manso de libro el primero de la tarde en los dos primeros tercios. Parecía que iba a ser deslucido en la muleta, pero, aunque era cobardón, tuvo buenas embestidas hasta que no a mucho tardar le faltó final y ritmo. Faena de pocos argumentos la de Paco Ureña.

Menos aparatoso por delante pero de mucha caja el cuarto. Humilló de salida y lo toreó con gusto a la verónica Paco Ureña. Bravo en el caballo y con buen tranco en banderillas.

De rodillas en los medios y en redondo comenzó el murciano la faena. Muy buen son del toro, siguió en redondo, temple en la embestida del animal. Muchos pases en una faena desigual porque faltaba mando y sosiego. Manoletinas finales. Faena no redonda a un toro que sí la merecía. Cogido y corneado por encima de la rodilla derecha al entrar a matar, sangraba Ureña abundantemente y la gente entró al final y reconoció su entrega. Oreja, pasó a la enfermería.

Bajo y amplio por delante el segundo, al que Román recibió de rodillas para dos largas cambiadas. Humilló en el capote. Buena pelea en el caballo. Quite por chicuelinas airosas de José Garrido y respuesta de Román por saltilleras. Un buen toro, fijo y galopón pero con querencia a tablas.

Comenzó Román su faena de rodillas frente a los terrenos de sol, a cuyos aficionados brindó. Muletazos de hinojos por ambos pitones. Bueno el toro por el pitón derecho, con recorrido y repetidor. Segunda serie en redondo intensa. Al natural, cinco y el de pecho. Segunda tanda al natural, ya le iba costando al toro. Toro a menos y faena con altibajos. Bernadinas finales, estocada trasera y oreja.

El quinto era burraco de capa. Grande y serio. Chocolate le dio dos puyazos en la paletilla que, desde luego, al toro no le hicieron ningún bien. Pronto se fue Román a los medios pero el toro tardeaba y no iba hacia delante. ¿Falta de casta o consecuencia de esos dos puyazos alevosos? Probablemente las dos cosas. Más voluntariedad que brillantez en la faena del valenciano.

Los dos de José Garrido fueron todo un compendio y un buen ejemplo de lo que es la falta de casta. Su primero, ya decía en los dos primeros tercios lo deslucido que iba a ser cuando no queria hacer caso a los capotes. Lidia muy dificultosa la que tuvo que llevar a cabo Manuel Larios. Sin celo, salía en la muleta con la cara alta. Muy deslucido ese final del muletazo, topaba más que embestía. Toro muy desrazado, poco pudo hacer Garrido salvo estar ante él.

Abierto por delante el sexto, un punto playero. Con cuajo, toro grande. Distraído de salida, no prestaba atención cuando de rodillas quería torearlo a la verónica José Garrido y, cuando se incorporó, echaba las manos por delante.

Brindis al público, Garrido dejó la montera sobre los pies y se dispuso a dar el estatuario. No atendía el animal por lo que rectificó y se puso a torear en el tercio, de rodillas y en redondo. Siguió en los medios pero allí había poca codicía. Al natural, tardeaba el animal e hizo ademán de rajarse. Bien colocado siguió Garrido con la zurda, hacia el esfuerzo y, con buena colocación, puso sacarle muletazos de buen trazo ante el que era un pozo con poquita agua. Arrimón al final junto a tablas, culminaba Garrido una tarde en la que tuvo muy pocas posibilidades de triunfo.