Oscar, un hombre de 31 años que el pasado marzo se convirtió en el primer receptor de un trasplante de cara completo del mundo, ha recibido el alta médica del Hospital de Vall d'Hebron de Barcelona donde fue intervenido el pasado marzo. El paciente, que en el 2005 quedó con la cara completamente destruída a causa de un accidente, aún no puede masticar los alimentos, por lo que toma una dieta triturada, y no puede articular las palabras.

El regreso a su domicilio le supone reiniciar una vida normalizada que, durante muchos meses, deberá intercalar con frecuentes visitas al hospital, al logopeda, al fisioterapeuta y a los especialistas que controlan su sistema circulatorio y la no existencia de rechazo inmunológico. Todo eso, explicó la hermana del joven, no le va a impedir vivir una nueva vida, en la que ha destacado, como elementos de máximo valor, "poder caminar por la calle sin que la gente se vuelva a mirarlo, y sentarse a la mesa con la familia".

Sobre el nuevo aspecto de su hermano, que recibió el trasplante tras varias cirugías, la joven ha sentenciado: "Desde el primer momento lo hemos reconocido, porque tiene rasgos como los anteriores". "Y él también se reconoció ante el espejo", ha añadido la hermana del receptor, que junto al equipo del hospital han pedido respeto por la intimidad del paciente a su salida del centro, y también han agradecido que no haya trascendido su identidad.

En los cuatro meses transcurridos desde la intervención, Oscar ha sufrido dos rechazos inmunológicos, que se han superado modificanto los fármacos inmunosupresores que deberá tomar el resto de su vida. También ha superado una trombosis venosa y una fístula. Esas complicaciones, explicó el cirujano artífice del trasplante, Joan Pere Barret, forman parte de los posoperatorios cuando se trata de intervenciones de tan alta complejidad.