El oso Knut se hizo famoso cuando Frank Albrecht, un afamado activista que lucha desde hace años por los derechos de los animales en Alemania, declaró al Der Spiegel que había que matarlo. Knut era el primer oso polar que nacía en un zoológico alemán desde los años 80, y en la época en que el Spiegel entrevistó a Albrecht, poco más que una bola blanca y peluda con ojos. Pero había que matarlo. De una inyección, para ahorrarle dolor.

"El zoo tiene que matar a ese osezno. Knut sufrirá problemas de comportamiento durante el resto de su vida", señaló Albrecht. La cría había nacido a principios de diciembre sobreponiéndose a un parto difícil que su hermano gemelo no había conseguido superar, y unas horas más tarde se había convertido en un paria: su madre le había repudiado.

Las leyes de la naturaleza habían condenado al oso primoroso a morir, y probablemente ahora estaría muerto, y no exhibiéndose como una estrella ante las cámaras de media Europa, si no hubiera aparecido, un poco de la nada, el cuidador de animales Thomas Dorflein.