El obispo de Limerick (oeste de Irlanda), Donal Murray, explicó ayer que ha dimitido de su cargo para no provocar sufrimiento entre las víctimas de los abusos sexuales cometidos contra menores por sacerdotes católicos.

En una nota leída durante una misa celebrada en Limerick, el prelado, quien abandona las responsabilidades diocesanas pero mantiene su título, indicó que presentó su dimisión al papa Benedicto XVI el pasado 7 de diciembre, dos semanas después de la publicación del Informe Murphy.

Según este documento --que reveló los mecanismos utilizados durante décadas por la Iglesia Católica irlandesa para ocultar, en connivencia con el Estado, los citados abusos--, Murray ignoró y ocultó denuncias de abusos sexuales perpetrados contra menores cuando era obispo auxiliar en la archidiócesis de Dublín.

"Comprendo perfectamente -dijo- que mi dimisión no puede deshacer el dolor que los supervivientes de los abusos han sufrido. Le pedí al Santo Padre que me permitiese dimitir y nombrar a un nuevo obispo en la diócesis porque creo que mi presencia podría crear dificultades a algunos de los supervivientes". El obispo no negó las acusaciones vertidas en el informe.