Una falange de un dedo localizada en el 2008 ha permitido descubrir que los humanos modernos, nuestra estirpe, tuvieron hace 40.000 años unos parientes en Asia central de los que no se tenía la más mínima noticia. No, no se trata de neandertales, sino de una tercera especie que contribuirá a complicar nuestro árbol genealógico.

La falange, encontrada en una cueva llamada Denisova, en la región de Altai (sur de Siberia), no causó excesivo revuelo. No era un cráneo ni una pelvis. Con un hueso tan pequeño poco se podía inferir del individuo, más allá de su edad --un niño de unos 6 años-- y su antigüedad --estimada en entre 30.000 y 48.000 años, según la datación del suelo de la cueva--. Sin embargo, estaba tan bien conservada gracias al frío que mantenía un tesoro oculto: fragmentos de ADN. Según publica la revista Nature , los investigadores, encabezados por Johannes Krause y Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, lograron aislar el ADN mitocondrial, un elemento de la célula poco relevante en cuanto a información genética, concentrada en el núcleo, pero sí esencial para trazar parentescos porque se transmite de madres a hijas y varía muy lentamente con el paso del tiempo. El análisis genético sostiene que el hombre de Denisova, por un lado, y los neandertales y los sapiens, por otro, comparten un antepasado común que vivió hace un millón de años, por lo que no es un heredero de los Homo erectus que habitaron Asia hace dos millones de años. Según el estudio, el individuo es descendiente de una población de humanos que salió de Africa mucho antes de que lo hicieran los antepasados de los neandertales (500.000 años) y de los sapiens (80.000 años). A un centenar de kilómetros del lugar hay un yacimiento de neandertales, por lo que no es descartable que ambas especies convivieran. Sorprendentemente, muy cerca también se encontraron unas herramientas de piedra, pero eran demasiado modernas como para ser atribuidas a neandertales.

Cambio de manuales

Hasta hace poco se suponía que los sapiens y los neandertales fueron los únicos humanos en los últimos miles de años, pero ya en el 2003, con el descubrimiento del hobbit de Flores, en Indonesia, hubo que cambiar los manuales, recuerda el investigador Jordi Serrallonga: "Durante mucho tiempo hemos sido demasiado antropocéntricos".