Con el mismo cuchillo de cocina con el que mató a su hijo, de 7 años, Francisco Javier Alvarez Carrión, de 44 años, se suicidó después. Una hermana del parricida avisó a un cerrajero el jueves por la noche para que abriera la puerta de la casa después de que la madre del pequeño la alertara de que su exmarido no le había entregado al niño y de que no daba señales de vida.

La Unidad de Investigación de los Mossos d´Esquadra de Sabadell se hizo cargo de un caso en el que hay poco que investigar. El matrimonio se separó hace unos años y el hombre, según varias fuentes, no aceptaba el desenlace de vivir sin la que fue su mujer. Hace poco más de un año, Alvarez Carrión se trasladó a vivir al piso de su hermana. En el bloque, en el número 27 de la Vía Aurelia de Sabadell, los vecinos, sin dar crédito todavía a la noticia, aseguraban ayer que nada en el comportamiento del padre hacía sospechar tan trágico desenlace.

La madre tenía la custodia del pequeño, pero permitía al padre quedarse con su hijo algunas tardes, además de los días establecidos por el juez. Juan Antonio Frías, conserje del edificio, se mostró ayer conmocionado. "Se les veía bien, cogidos de la mano y jugando en la calle", aseguró. El vecino del rellano del piso en el que sucedieron los hechos, Miquel Cirera aseguró que no escuchó ningún ruido durante la noche.

La policía científica se encargó de la inspección ocular de la vivienda, que permitirá después reconstruir lo que ocurrió en la casa. Mientras, los investigadores trataban de encontrar alguna pista --una carta o medicinas-- que permitiera intuir qué pasó por la cabeza del padre cuando mató al pequeño.