Las parejas que acudían a besarse, desde tiempos inmemoriales, al convento de Brozas, acababan huyendo despavoridas, espantadas por ruidos extraños y espeluznantes corrientes de aire. Por las noches, los mozos valientes del lugar se acercaban a las ruinas conventuales, convertidas durante años en establo. Allí conjuraban a los espíritus y estos nunca faltaban a la cita.

La leyenda ha acompañado desde el siglo XVI al convento de la Luz brocense, restaurado recientemente y reconvertido en uno de los hoteles más cuidados y atractivos de la hostelería extremeña. Parecía que con tanta comodidad y diseño, el misterio no tendría cabida en el flamante convento-hotel. Sin embargo, la leyenda continúa.

En Brozas se cuentan historias de cisternas que suenan solas, se señala a empleadas, que prefieren no hablar con la prensa, pero que relatan sotto voce inquietantes experiencias que las impulsan a llamar a sus maridos para que vayan a buscarlas inmediatamente en medio de la noche. Es lo que le faltaba al invierno extremeño: un fantasma de leyenda.

JEKYLL Y HYDE En Europa, la palabra niebla se asocia con Londres, con terroríficos personajes como Jack el Destripador y con el ambiente inquietante de brumas espesas que recrea la novela de Stevenson El extraño caso del doctor Jekyll y Mr Hyde . Sin embargo, en Londres, desde los años 60, casi no hay niebla, mientras que en Extremadura, la proliferación de ríos, embalses, regadíos, lavajos, arroyos y charcas ha provocado que durante más de 50 días al año un manto vaporoso juguetee con el paisaje.

Londres fue fatalmente neblinoso durante la época victoriana, cuando medio millón de chimeneas expelían el humo negro del carbón de las estufas. La niebla que envolvía las andanzas de Sherlock Holmes se llevó por delante a 700 personas en 1873, incluidas 19 que se cayeron accidentalmente al Támesis. El gran smog de 1952 mató a 4.000 londinenses de asma bronquial y a más de 1.000 en 1956.

A finales de los 50, el gobierno de Londres promulgó la Ley del Aire Puro , que prohibía el uso doméstico del carbón. Llegaron entonces las calefacciones de gas y hacia 1960, la niebla desapareció de Londres. O mejor dicho, el smog , palabra nacida de la contracción de los vocablos smoke (humo) y fog (niebla).

Por esas fechas, en Extremadura comenzaban a levantarse embalses inmensos y redes de regadío interminables. Se unían a las charcas tradicionales construidas desde antiguo con el fin de almacenar agua para el ganado. Hacía fortuna inmediatamente la boutade de que Cáceres era la provincia española con más kilómetros de costa y el anticiclón de invierno hacía el resto.

LA PRESA DE ALQUEVA Extremadura ha tomado el relevo de Londres y es en esta tierra donde las nieblas espesas, sus misterios y sus sombras, se enseñorean de dehesas y ciudades durante el invierno. Es un lirismo algodonoso que no cesa porque los embalses siguen ocupando las tierras extremeñas y alentejanas. Lo último en nieblas es la presa de Alqueva.

Desde hace tres meses, según informa el semanario luso Expresso , las cámaras municipales portuguesas afectadas por la nueva masa de agua de Alqueva, que ya anega 2.500 hectáreas, certifican la sustitución de las mañanas frías y soleadas de antaño por los amaneceres densamente neblinosos de hoy. Este fenómeno afecta también a municipios fronterizos con el embalse como Evora, Cuba o Vila Vi§osa en Portugal y Cheles, Villanueva del Fresno y Olivenza en Extremadura.

En Cáceres, la inminente y discutida construcción de un embalse en el Almonte, anunciada por José María Saponi esta semana, anegará entre 240 y 330 hectáreas, impulsando así este fenómeno de la niebla extremeña de invierno, que tiene la ventaja de que no es el contaminante y asesino smog londinense, sino sólo fog , o sea, pura niebla mágica, fantasmagórica, real e irreal.

El encanto hídrico y neblinoso de Extremadura ha impulsado a la Unión Europea a subvencionar un proyecto Comenius dentro del programa Sócrates . Se llama Taking Action Protect Aquatic Ecosystems . Gracias a él, estudiantes y profesores de Oberdendingen (Alemania), Padua (Italia), Azores (Portugal), Budapest (Hungría) y Arroyo de la Luz (Cáceres) estudiarán las aguas extremeñas, su protección y efectos. Ahora tendrán que incorporar a sus investigaciones la resurrección del legendario fantasma del convento de Brozas, que despierta con las nieblas del invierno y reposa con el sol.