Pamela Anderson, que en los últimos tiempos se ha convertido en una activista de los derechos de los animales, reclama un boicot internacional a la cadena de restaurantes Kentucky Fried Chicken (KFC). La actriz acusa a la multinacional estadounidense de maltratar a los pollos, que son la base de sus menús. Según Anderson, KFC engorda a los animales artificialmente y los escalda vivos. "Si la gente conociese cómo trata KFC a sus pollos, nunca volverían a comerse un muslo", asegura. Como era de esperar, la multinacional ha negado el sufrimiento de las aves, de las que sacrifica 750 millones de ejemplares cada año.