A la pregunta "¿la Iglesia católica no está fundamentalmente contra la utilización de preservativos?", el Papa responde: "En ciertos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contagio, este puede ser el primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, vivida de otro modo".En este libro, titulado Luz del mundo y realizado con la colaboración de un periodista alemán, el Papa aborda una multitud de temas, como la pedofilía, el celibato de los sacerdotes, el sacerdocio de las mujeres o la relación con el islam. Sobre el tema del preservativo, Benedicto XVI cita un solo ejemplo para ilustrar su declaración, la de un "hombre prostituido". "Puede haber casos individuales --dice el Papa--, como cuando un hombre prostituido utiliza un preservativo, en el que el uso del preservativo puede signifcar el primer paso hacia una moralización, un principio de responsabilidad que permite darse cuenta de nuevo de que todo no está permitido y que no se puede hacer todo lo que quiere"."Pero no es la manera correcta de hablar del doloroso tema de la infección de VIH". "Centrarse en el preservativo significa una trivialización del sexo y es exactamente ese el peligro, que mucha gente no considere el sexo como una expresión de su amor, sino como una clase de droga, de la que uno mismo se abastece", dice Benedicto XVI.Hasta ahora, el Vaticano se había opuesto a toda forma de contracepción que no fuera la abstinencia, condenaba el uso del preservativo, incluso para prevenir la transmisión de enfermedades sexuales o del sida. En marzo de 2009, el Papa levantó una inmensa polémica cuando, en el avión que le llevaba de Camerún a Angola, declaró que la utilización de preservativos "agravaba" el problema del sida, enfermedad que se ha convertido en una pandemia devastadora en África.