Ante un millón de jóvenes que asistieron a la misa celebrada en la explanada de Marienfeld (Colonia), el Papa Benedicto XVI expresó ayer su rechazo a la religión como un producto de consumo y a las religiones confeccionadas a la medida de cada uno. Con su discurso, el Papa cerró la 20 Jornada Mundial de la Juventud, para regresar poco después a Roma y concluir así su primer viaje desde que fue elegido.

El Pontífice advirtió de que "en el mundo actual hay un fuerte sentimiento de frustración y convive un extraño olvido de Dios junto a un boom de lo religioso" y añadió que "si se exagera demasiado, la religión se convierte en un producto de consumo". Benedicto XVI considera que se comete un error al escoger aquello que place ya que una religión "buscada a la medida de cada uno a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte", afirmó. El Papa animó a los creyentes, sobre todo a los jóvenes, "a descubrir la verdadera estrella que lleva a Jesucristo y a conocer la fe de la Iglesia".

CALUROSA DESPEDIDA Las palabras del Papa Ratzinger fueron aplaudidas por los peregrinos, que le brindaron una calurosa despedida, tras un largo acontecimiento de oración, cánticos y recogimiento. El encuentro juvenil duró una semana y alteró completamente la vida de la ciudad de Colonia.

En la celebración marcada por la interculturalidad y un día después de calificar de vergüenza las guerras religiosas, "que no representan la fe auténtica y que amenazan con hundir el mundo en las tinieblas de la barbarie", el Papa hizo un implícito llamamiento a Europa para que recupere sus raíces cristianas. "En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marcha igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: no es posible que la vida sea así", dijo el obispo de Roma.