La ciudad de Washington dio una cálida acogida al Papa Benedicto XVI, que hoy se reunió con el presidente de EEUU, George W. Bush, y admitió que los escándalos sexuales de sacerdotes "estuvieron pésimamente gestionados". El Sumo Pontífice concluyó hoy sus actividades públicas con una oración junto a los obispos estadounidenses en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington.

Ante los cerca 400 obispos estadounidenses, que forman una de las más numerosas conferencias episcopales del mundo, el pontífice reiteró su "profunda vergüenza" por los casos de abuso sexual de menores por parte de sacerdotes de la Iglesia católica de EEUU, como ya aseguró el martes en el avión que le llevó a Estados Unidos. Aunque la respuesta a los escándalos "no fue fácil", estuvo "pésimamente gestionada", añadió citando las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, cardenal Francis George.

El Papa instó a los miembros de la Iglesia "a reconocer y afrontar el problema de los abusos sexuales en el contexto eclesial", para ofrecer una orientación a los demás, "ya que esta plaga se encuentra también en cada sector de la sociedad". Asimismo, reprobó la actitud de algunos católicos estadounidenses que "promueven un presunto derecho al aborto".

Las consecuencias de los escándalos sexuales son uno de los principales problemas que atraviesa la Iglesia estadounidense, que se encuentra empobrecida por las indemnizaciones millonarias que ha tenido que pagar y ha sufrido el alejamiento de parte de sus fieles. Pero nada de eso era patente en el recibimiento dedicado en Washington al Santo Padre, que hoy cumplía 81 años.

Su jornada comenzó con una ceremonia de bienvenida en los jardines de la Casa Blanca, a la que asistieron 13.500 personas, la mayor multitud en los siete años y medio de mandato del presidente George W. Bush. Una salva de 21 cañonazos, los respectivos himnos nacionales y un Padrenuestro interpretado por la soprano Kathleen Battle recibieron al Papa, que vio cómo el público le cantaba en dos ocasiones el "Cumpleaños Feliz".

En su discurso de bienvenida, Bush afirmó que "en un mundo donde algunos invocan el nombre de Dios para justificar actos de terrorismo y de muerte y de odio" se necesitaba el mensaje que lanzó el Papa alemán "Dios es amor", título de su primera encíclica.

Por su parte, el Obispo de Roma alabó la generosidad de EEUU en el exterior y comunicó su "esperanza de que esta preocupación por la gran familia humana seguirá manifestándose con el apoyo paciente de la diplomacia internacional orientados a solucionar conflictos y a promover el progreso".

Ya terminada la ceremonia, Bush y su esposa, Laura, sorprendieron a Su Santidad con un pastel de cumpleaños de varios pisos.

Inmediatamente después, el presidente y el Papa se dirigieron al Despacho Oval para una reunión de 45 minutos en la que denunciaron "la manipulación" de la religión para justificar el terrorismo. Durante esta reunión, según un comunicado conjunto, ambos manifestaron "su total rechazo al terrorismo y a la manipulación de la religión para justificar actos inmorales y violentos contra los inocentes".

La guerra en Irak fue otro de los argumentos que Benedicto XVI y Bush trataron en privado, y expresaron su "común preocupación" por la situación del país árabe y, en particular, "por la precariedad en la que viven los cristianos" El Vaticano se opuso a la invasión de Irak en 2003, pero ahora su posición está orientada a la necesidad de una presencia militar para dar estabilidad y proteger a las minorías cristianas en ese país.

El comunicado conjunto indica que los dos líderes hablaron también sobre América Latina y la necesidad de una "política coordinada" con respecto a la inmigración, en particular "el trato humano a los inmigrantes y el bienestar de sus familias".

Tras la reunión con Bush, el Papa celebró su cumpleaños con un almuerzo privado en la nunciatura.

Mañana, el Papa celebrará una misa ante 45.000 personas en el estadio del equipo de béisbol de los Nationals, y además tiene previstas sendas reuniones con autoridades del mundo universitario católico en EEUU y con representantes de otras religiones.