Benedicto XVI reivindicó ayer la vigencia de los principios descritos en la encíclica Humane vitae , promulgada cuatro décadas atrás por Pablo VI, y subrayó que "ninguna técnica mecánica" puede sustituir al acto del amor "que el esposo y la esposa se intercambian como señal de un misterio más grande, que los ve como protagonistas y copartícipes de la creación". Aunque la alusión a la "técnica mecánica" pueda sonar desconcertante, el mensaje de Ratzinger parece inequívoco: el sexo solo tiene sentido para la Iglesia si está relacionada con la procreación.

En el transcurso de un discurso dirigido a los participantes en un congreso organizado por la Universidad Lateranense de Roma, en el que se aborda la vigencia de lo preceptuado en esa encíclica que condenó los métodos artificiales para controlar la natalidad, sostuvo que la Iglesia está de nuevo obligada a reflexionar sobre los "principios fundamentales " del matrimonio y la procreación.

Joseph Ratzinger considera que "en una cultura sometida a la prevalencia del tener sobre el ser, la vida humana corre el riesgo de perder su valor". Es por ello que, según el Papa alemán, "si el ejercicio de la sexualidad se transforma en una droga que quiere subyugar a la pareja a sus propios deseos e intereses, sin respetar los tiempos de la persona amada, lo que se debe defender no es solo el verdadero concepto del amor, sino la dignidad de la persona".

El Pontífice reclamó que los creyentes "jamás permitan" que el dominio de la técnica sexual "llegue a invalidar la calidad del amor y la sacralidad de la vida". E insistió también en que la vida que nace es fruto de un amor "que sabe pensar y elegir en plena libertad". También reclamó que los jóvenes puedan aprender "el verdadero" sentido del amor y prepararse para una adecuada formación de la sexualidad "sin dejarse distorsionar por mensajes efímeros que impiden alcanzar al esencia de la vida".