El papa Benedicto XVI no quiere dejar ningún cabo suelto antes de abandonar Sídney, donde mañana se cierra la 23 Jornada Mundial de la Juventud con una misa que espera reunir a 300.000 fieles. Si el jueves entonó el vade retro contra los peligros que suponen las drogas, la televisión y el sexo, ayer fue el turno de hablar de paz en el mundo y de la lucha "contra siniestras e indiscriminadas formas de violencia".

Ante colosal meta, el Pontífice instó a los líderes religiosos de varias confesiones del mundo a unirse con el fin de acabar con las guerras, ya que, defendió, "la religión no es una causa de división, sino un motivo de unión". Tras entrevistarse con responsables de otras confesiones --entre ellas, la judía, la islámica, la hindú y la budista-- Ratzinger declaró que la voz unificada de las personas religiosas "insta a las naciones y comunidades a resolver los conflictos por medios pacíficos y con un completo respeto de la dignidad humana". El líder religioso musulmán Mohamed Abdul Salim comulgó con la palabra del Papa e invitó a los que recurren al "fundamentalismo religioso" a que escojan el "fundamentalismo del amor".

Benedicto XVI --que volvió a deleitar al gentío juvenil reunido en Australia con otro mensaje SMS escrito en su jerga y de nuevo firmado bajo el nombre de BXVI-- también advirtió contra los "dioses falsos" que en tiempos de crisis de fe se transforman en "avaricia, amor egoísta y poder".

"UN MOMENTO CRITICO" En un día cargado de actos, el Papa sacó tiempo asimismo para reunirse con representantes de las distintas ramas del cristianismo, como los anglicanos, los metodistas, los luteranos y los ortodoxos indios. A todos ellos, les confesó que el ecumenismo atraviesa "un momento crítico" y que debían estar "en guardia contra la tentación de ver la doctrina como una cuestión de división" entre ellos.