Benedicto XVI expresó hoy su preocupación por Oriente Medio, a cuyos habitantes pidió que dejen la violencia y venganza, y afirmó que la Iglesia ayuda a Honduras "retomar el camino institucional" y que ésta es factor de identidad en Latinoamérica y no puede ser reemplazada por ideología alguna.

El Pontífice hizo estas manifestaciones durante el tradicional Mensaje de Navidad, pronunciado desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano, ante decenas de miles de personas que abarrotaban la plaza.

"La Iglesia vive donde nació Jesús, en Tierra Santa, y pide a sus habitantes que abandonen toda lógica de violencia y venganza, y se comprometan con renovado vigor y generosidad en el camino hacia una convivencia pacífica", afirmó el Papa.

El Obispo de Roma añadió que en un día como este también pensaba "en los demás países del Medio Oriente, en la borrascosa situación en Irak y en aquel pequeño rebaño de cristianos que vive en aquella región".

El Papa denunció que los cristianos de Oriente Medio sufren a veces "violencias e injusticias", pero que están siempre dispuestos a dar su propia contribución a la edificación de la convivencia civil, "opuesta a la lógica del enfrentamiento y del rechazo de quien está al lado".

Benedicto XVI también abogó por la reconciliación y paz en Sri Lanka, en la península coreana y en Filipinas y levantó la voz para "implorar el fin de todo abuso" en la República Democrática del Congo.

Pidió a los ciudadanos de Guinea y de Níger que respeten los derechos humanos y el diálogo, a los europeos y de América del norte que superen "la mentalidad egoísta y tecnicista" y destacó que en Honduras la Iglesia debe ayudar "a retomar el camino institucional".

También manifestó que en América Latina ninguna ideología puede sustituir a la Iglesia.

Benedicto XVI dijo asimismo que la Iglesia es solidaria con los afectados por las calamidades naturales y por la pobreza y llamó a acoger a los que emigran de su tierra a causa del hambre, la intolerancia o el deterioro ambiental.

El Pontífice aseguró que la Iglesia no tiene miedo, ya que Cristo es su fuerza y la esperanza del hombre, "también en esta época marcada por una grave crisis económica -pero antes de nada de carácter moral- y por guerras y conflictos".