Benedicto XVI avisó a los narcotraficantes de que si bien pueden eludir la justicia terrenal, deberán "rendir cuentas ante Dios" por el daño que causan a la sociedad, y los comparó con los pedófilos. "El mal provocado recibe la misma reprobación hecha por Jesús a los que escandalizaban a los pequeñitos, los preferidos de Dios", dijo.

Joseph Ratzinger había dormido el viernes en Aparecida, la ciudad que tiene el principal santuario católico de América Latina y está ubicada a 170 kilómetros de Sao Paulo. Al día siguiente, temprano, fue llevado a la Hacienda Esperanza, donde funciona un centro de recuperación de más de dos mil adictos a la droga que fundó el fraile franciscano alemán Hans Stapel.

El Pontífice decidió ayer donarles 100.000 dólares (unos 75.000 euros) para un proyecto que ya se ha extendido a otros países. "Ustedes tienen que ser los embajadores de la esperanza", les explicó a las personas que tratan de dejar atrás sus pesadillas. "Al menos recibimos una voz de consuelo: somos los excluidos de la sociedad", dijo un joven.

Brasil es el segundo mayor consumidor de cocaína del mundo, donde el narcotráfico es un poder paralelo.