El Papa aludió ayer por primera vez desde que pisó suelo británico al problema de mayor calado que tiene planteado la Iglesia católica desde que accedió al cargo en el 2005. Y lo hizo, públicamente, en la catedral de la Preciosísima Sangre de Westminster horas antes de verse con un grupo de víctimas de la plaga de la pederastia. El tono del mensaje, empleando la palabra crimen para referirse a los abusos, puede hacer pensar que la política de paños calientes con los implicados en este tipo de acciones tiene los días contados.

El escándalo de los delitos sexuales tomó ayer un acusado protagonismo. El Papa eligió uno de los momentos más solemnes de su visita, la misa matinal en Westminster, para evocar "el inmenso sufrimiento causado por el abuso de menores, especialmente por los ministros de la Iglesia" y pedir perdón, por las agresiones cometidas por el clero. "Por encima de todo, quiero expresar mi más profunda aflicción a las víctimas inocentes de esos crímenes atroces, deseando que el poder de la gracia de Cristo y su sacrificio de reconciliación traerá la curación profunda y la paz a sus vidas. Reconozco la vergüenza y humillación que todos hemos sufrido por esos pecados", afirmó en la homilía.

El Pontífice concluyó el párrafo agradeciendo los esfuerzos realizados hasta ahora para encarar el problema "de una manera responsable" y recomendó a los presentes que centren su preocupación en las víctimas mientras se compadecen de los sacerdotes. Horas más tarde, Ratzinger mantuvo una reunión privada en la sede de la nunciatura (embajada) de la Santa Sede en Londres, donde se ha alojado, con un grupo de británicos, víctimas de esos abusos. El encuentro, similar al de otros viajes, no figuraba en la agenda, pero su celebración se daba por segura. El Vaticano lo confirmó, una vez celebrado, en un comunicado que subrayaba que el Papa se había "conmovido escuchando las historias de las víctimas" y les había trasladado su "profundo dolor y vergüenza por sus sufrimientos y los de sus familias".

Benedicto XVI rezó con el grupo, integrado por tres personas procedentes de la región de Yorkshire, otra de Londres y una quinta de Escocia. La recepción duró cerca de 40 minutos y es la cuarta de este tipo que celebra. Anteriormente, ya se había visto con grupos de víctimas durante las visitas realizadas a Estados Unidos, Australia y Malta.

TONO CONTUNDENTE Aunque el tono empleado por el Papa, al hablar de "crímenes" y de la "vergüenza" y "humillación" que siente la Iglesia, ha sido esta vez más contundente, está por ver si dará satisfacción a los que exigen al Vaticano que abra los archivos y ponga la documentación del clero acusado de la comisión de actos de pederastia en manos de la policía, como se reclamó desde las filas de los 10.000 manifestantes que ayer recorrieron el centro de Londres, desde Hyde Park hasta la residencia oficial del primer ministro, David Cameron, en Downing Street, en protesta por la presencia del jefe de la Iglesia católica en suelo británico. El comunicado sobre el encuentro con la representación de víctimas añadía que el Papa había trasladado a sus interlocutores el compromiso de que la Iglesia hace todo lo posible para comprobar las acusaciones, colaborar con las autoridades civiles y entregar a la justicia a los clérigos y religiosos acusados de "graves crímenes".

La amalgama de manifestantes, desde activistas del movimiento gay hasta ciudadanos escandalizados por el dispendio público de la visita, que desfilaba a la misma hora en que se producía el esperado encuentro en la sede del nuncio, otorgaba escaso crédito al Pontífice. "Se disculpa por los fallos de todos los demás, menos por los propios", reiteraba el activista de los derechos de los homosexuales Peter Tatchell, que ha asumido un gran protagonismo en los actos de repudio a Ratzinger.

La denuncia de la política contraria al uso de preservativos, incluso en Africa, el prolongado encubrimiento por la jerarquía católica de los casos de abusos y la discriminación de la mujer figuraban en buena parte de los carteles que portaban los manifestantes. Concluida la exhibición de protesta, la más importante de las desarrolladas durante la visita, se iniciaba en Hyde Park, el gran parque urbano que Enrique VIII expropió a la Iglesia católica al poco tiempo de separarse de ella y fundar la Iglesia de Inglaterra, la mayor manifestación de adhesión al Papa que se registrará en este viaje.

RECINTO CERRADO Unos 80.000 devotos, entre ellos miles de escolares, tomaron el recinto cerrado levantado en el parque y mostraron que el catolicismo, aunque minoritario, tiene todavía porvenir en este país. Benedicto XVI les previno, no obstante, de que el camino está repleto de dificultades.

Benedicto XVI se desplaza hoy a Birmingham, ciudad donde transcurrirá la última etapa de su periplo británico.