Joseph Ratzinger no pudo esperar a la homilía que tiene previsto pronunciar el sábado en la catedral neoyorquina de San Patricio. Al poco de subirse al avión que le trasladó de Roma a Washington, el primer Papa que visita EEUU después de que se airease, a partir del 2002, el escándalo de los curas pederastas, sacó ayer la cuestión ante los periodistas que le acompañaban diciendo que sentía "una profunda vergüenza" por lo ocurrido. Ello hace pensar, todavía con más fuerza, que Benedicto XVI aprovechará el encuentro con el clero estadounidense en San Patricio, en el que el Vaticano ya ha avanzado que se referirá a esa lacra, para pedir perdón por lo sucedido.

Ratzinger agregó que, tras haber leído los relatos de las víctimas, no comprendía "cómo ha podido suceder" y que haya habido sacerdotes que "traicionen su misión de proporcionar aliento y el amor de Dios a los niños". Y tras decir que se trataba de algo ultrajante afirmó: "Ahora tenemos que hacer todo lo posible para que no vuelva a pasar". "Excluiremos del todo a los pederastas del ministerio sagrado", dijo.

DIFERENTES FRENTES El Papa recordó que la Iglesia se ha propuesto evitar que se reproduzcan los abusos actuando en diferentes frentes, "poniendo reglas" y también vigilando que los sacerdotes reciban "una buena formación". Desde el 2002, el Vaticano ha adoptado la doctrina de que los curas implicados en este tipo de situaciones pierdan de inmediato su condición de religiosos cuando cometan el primer "error". Paralelamente, habrá que hacer "justicia a las víctimas", añadió.

Respecto a los aspirantes a ingresar en el sacerdocio, insistió en que hay que hacer lo posible para que "únicamente se admitan a personas verdaderamente sanas". "Es más importante tener buenos sacerdotes que contar con muchos", concluyó, trasladando al terreno de las vocaciones la política que el Papa practica con la feligresía: es preferible una grey pequeña e incondicional a un rebaño multitudinario y heterodoxo.

El Pontífice, que habló del "gran sufrimiento" que habían supuesto los escándalos no solo para la Iglesia y EEUU, sino también para él, descuidó abordar el juicio que le merece el comportamiento de los obispos y cardenales estadounidenses que evitaron castigar a los autores de los abusos sexuales cuando tuvieron noticia de su comisión.

Precisamente el lunes, en vísperas de la llegada de Benedicto XVI a EEUU, la Red de Víctimas Supervivientes de los Abusos de Sacerdotes (SNAP) hizo llegar una carta a Naciones Unidas, adonde el Papa tiene previsto acudir el viernes, en la que se reclama al organismo internacional que, en su calidad de garante de la Convención de los Derechos del Niño, investigue los escándalos sexuales de la Iglesia católica.

PETICION DE LAS VICTIMAS Las víctimas agrupadas en SNAP lamentan que "los incontables representantes de la Iglesia que han silenciado estos delitos, o los han encubierto activamente, no hayan perdido sus puestos de trabajo ni hayan sido amonestados, sino que en algunos casos hayan sido promocionados".

Un informe encargado por la propia Conferencia Episcopal de EEUU admitió que unos 4.500 sacerdotes habían sido denunciados en la segunda mitad del siglo XX por la comisión de 11.000 abusos sexuales. Hasta ahora las diócesis de EEUU han tenido que hacer frente al pago de 2.000 millones de dólares en concepto de indemnizaciones.