El primer viaje de Juan Pablo II en este año, se vio algo empañado por la fría acogida que le dispensaron los suizos. El Papa viajó a Berna para participar en el primer Encuentro Nacional de Jóvenes Católicos, pero en la ciudad ningún signo de bienvenida anunciaba su llegada.

Por la mañana, el pontífice fue recibido en el aeródromo militar de Payerne (al oeste de Suiza) por el presidente de la Confederación helvética, el católico Joseph Deiss, quien le comunicó oficialmente la normalización de relaciones diplomáticas con la Santa Sede con el nombramiento de un embajador "extraordinario y plenipotenciario". Así, se ponía punto final a desavenencias históricas que habían llevado a que Suiza estuviese hasta ahora representada ante el Vaticano por su embajador en Praga.

Fue la nota positiva de un viaje marcado por la polémica, limitado a Berna, donde la mayoría es protestante. La Iglesia reformada ha boicoteado la misa al aire libre que hoy oficiará el Papa porque el Vaticano impide la intercomunión entre los católicos y los fieles de otras confesiones cristianas. Los protestantes se sienten también ofendidos porque el Gobierno federal normalizase las relaciones sin consultarlos. Por la tarde, ante 13.000 jóvenes, Juan Pablo II, reiteró que no renunciará al Papado y que seguirá al frente de la Iglesia "hasta el final".