El próximo jueves Benedicto XVI saldrá por primera vez al extranjero para asistir, en Colonia, en el norte de Alemania, a la 20 Jornada Mundial de la Juventud, un evento religioso y mediático creado por Juan Pablo II para promover los encuentros con los jóvenes de todos los continentes. Será el viaje más austero y blindado de un papa moderno.

Los organizadores esperan más de un millón de asistentes y han acreditado a unos 7.500 periodistas. Pero no será uno de aquellos espectáculos religiosos y a la vez humanos en los que Karol Wojtyla mostraba su carácter más pasional. El programa de la estancia de cuatro días de Ratzinger en su país girará alrededor del silencio y de varios momentos diarios de oración que seguirán el ritmo de los monasterios.

Además de los encuentros directos con jóvenes procedentes de unos 150 países, Benedicto XVI participará en un acto religioso en la sinagoga de Colonia, mantendrá un encuentro informal con todas las comunidades cristianas presentes en Alemania y recibirá a representantes de comunidades musulmanas.

La Gran Sinagoga de Colonia fue inaugurada en 1895, destruida por los Aliados al comienzo de la II Guerra Mundial y reconstruida en 1959. La visita tendrá un aspecto altamente simbólico ya que será la primera vez que un Papa, que además es alemán, entre en un templo judío del país. Durante su estancia en Colonia, Benedicto XVI se hospedará en el arzobispado y acudirá a las citas con los jóvenes en barco, navegando a lo largo del Rhin.

Un centenar de católicos chinos, miembros de la Iglesia clandestina, fiel a Roma, considerada ilegal por el Gobierno de Pekín, asistirán a las Jornadas de Colonia. Algunos están estudiando en Europa y otros han llegado con visados de turismo.

PEREGRINAJE En una llamada a los jóvenes católicos de todo el mundo que no puedan viajar a Alemania, el Papa les ha pedido que se "unan en un peregrinaje espiritual hacia los orígenes de nuestra fe". En la oración por la paz leída en Colonia, los jóvenes pedirán a Dios "que se consiga el entendimiento entre los unos y los otros y se superen las incomprensiones que dividen a la humanidad".

Tal como sucedió durante los funerales de Juan Pablo II, uno o más aviones-radar Awacs de la OTAN, reclamados por el Gobierno alemán, vigilarán desde el cielo el escenario de las Jornadas. Los servicios secretos preguntados por el Vaticano han asegurado que "no existen indicios de amenazas concretas", según un portavoz del Papa. Sin embargo, 12.000 agentes velarán para la seguridad.