La niña, para extrañeza de su profesora, dibujaba dos padres. "Uno es el 3pare y el otro el papá", contestaba A., que ahora tiene 6 años, a una maestra a la que nadie había puesto en antecedentes.

"El papá" era José Antonio R., de 48 años, el hombre que la vio nacer creyendo que era su hija y que la trató como tal hasta que una prueba de paternidad le asestó el golpe más doloroso de su vida. El pare , el verdadero padre biológico, es el hombre con el que está su madre desde que se separó de su marido. Este último asegura que "se han estado viendo los últimos 15 años". La niña, de hecho, llegó diez años después de que José Antonio y su mujer se sometieran a tratamientos para tener hijos.

Estos algunos de los coletazos de una historia cuyo final se dirimirá en los tribunales. Un juzgado de familia de Barcelona tiene encima de la mesa la demanda patrimonial interpuesta por José Antonio contra su exmujer, a la que reclama, entre otros conceptos, "daños morales".

"Mi exmujer siempre supo que la hija no era mía, pero, cuando nos separamos, siguió manteniendo el engaño para disfrutar del piso y de la pensión", explica el afectado, representado por el abogado especialista en familia Luis Alvarez. "Al principio --dice-- me pidió725 euros de pensión, pero luego, creo que por vergüenza, ella misma lo rebajó a 365" .José Antonio, un aparejador que actualmente ocupa un alto cargo en Telefónica, empieza a recomponerse ahora. Ha estado roto emocional y económicamente, durante mucho tiempo. Primero fue la separación y luego la demanda de paternidad que, pese a la contraprueba que él exigió al no querer aceptar la evidencia, le acabó de rematar. La niña, de la que todavía lleva la cartera llena de fotos, no sólo no era su hija, sino que un juez ha determinado que no puede volver a verla.Doce meses sin verla"Llevo un año sin verla", dice José Antonio, que, cuando se refiere a la niña, le sale a borbotones la palabra hija. Pero no llega a pronunciarla, logra dominarlo con un grandísimo esfuerzo que no pasa desapercibido al interlocutor.Cuando ya asimiló que A. no era su hija, intentó, también por la vía judicial, que no anularan por completo el contacto con ella. Pero la ley fue aplicada sin ninguna consideración sentimental: "Ni para mí ni para la niña", lamenta. Los magistrados de la Audiencia de Barcelona que vieron el caso, tras explicar en su resolución que se hacían cargo de la dureza de la situación, concluyeron que predomina "la verdad biológica". Supuso un inmediato cambio de apellidos y la nulidad de cualquier visita o contacto con la niña. Dejó de pagar la pensión.Ahora quiere recuperar su patrimonio.

"Llevo un año sin verla"

"Ni para mí ni para la niña"

"Luego entendí por qué insistió tantísimo en hacer una partición de bienes"