TQtuiso dar vida a su teoría y encontró un nuevo continente. Salió con su pequeña flota y emprendió el viaje hacia un océano ignoto sin saber que el espacio en el que se adentraba era mucho más grande de lo que había imaginado y que extensas tierras se iban a interponer en su camino. Veo las tres carabelas iniciando una exploración que cambiaría el mundo.

El superacelerador de hadrones ha fijado en mi mente la imagen de Colón partiendo hacia lo desconocido. He asistido a su puesta en marcha como supongo asistirían los habitantes de Palos al desamarre de la Santa María, la Pinta y la Niña. Expectante, pensando qué habría más allá de la línea que señalaba el final de su mundo y si el tal Colón sabría exactamente a qué iba a enfrentarse. Sé que los científicos quieren encontrar lo que han llamado "la partícula de Dios", la partícula elemental que puso en marcha la expansión cósmica, pero no sé si saben qué puede ocurrir cuando la colisión entre protón y protón se produzca.

Supongo que piensan que lo tienen todo controlado, pero yo, que por más que leo lo que se publica no alcanzo a imaginar --mucho menos a comprender-- qué puede haber más allá de mi limitado horizonte, veo alejarse las naves con inquietud. A lo mejor también ellos, los modernos exploradores, no conocen todo lo que puede haber al final del viaje que han emprendido y se encuentran con lo que no esperaban y al final resulta que, de verdad, cambian el mundo. Ahí estoy, mirando al mar infinito, leyendo lo que no entiendo, esperando con expectación el momento del choque, de las primeras colisiones para poder comprobar qué ocurre después con esa energía, masa, "partícula de Dios" o lo que sea, una vez liberada porque, me pregunto, qué pasará luego ¿Volverá todo a la quietud o se habrá desencadenado un proceso imparable? Inquietante.