Hay tres mil noventa y nueve partidos políticos en España. O sea, tocamos a un líder carismático por cada diez mil votantes. Ahí es nada. Para que luego digan que la política no es interesante y que la gente se abstiene porque está aburrida de ver siempre a los mismos. Pues anda que no hay donde elegir. El problema es que estamos desinformados. Es imposible que tantos partidos dispongan de espacios en la tele y muchos no tienen dinero suficiente para recorrerse el país. Pero sería maravilloso que pudiéramos conocer todos los programas antes de decidirnos. Así sí que no habría excusas para no votar. Cómo no va a haber entre tantos alguno en quien creer. Por ejemplo, como información desinteresada, quién no votaría al Partido Pirata Español, solo por el nombre aventurero, sabiendo además que sus ocho fundadores se conocían solo de chatear en la red. O al Partido del Amor Universal, que suena prometedor, o el del Bien, que parece sacado directamente del señor de los anillos, o el del Karma democrático, que junto con el Existencialista Independiente llevan la redundancia en su propio nombre.

Y qué me dicen del Partido de Ciudadanos Agobiados y Cabreados, en el que seguro que hay tortas por entrar y más por dirigirlo. O del de Trabajadores y Trabajadoras Públicas de Cataluña Rebotados, que tiene más pinta de ir en contra del diccionario y del buen uso de la lengua que de cambiar el mundo. O el de la Sandía con Tres Avances, el más poético y también el más lúdico, porque tiene como fin regular el mercado del juego. En fin, muchos y variados. Lo que sorprende es que habiendo tantos, nos quedamos con tan poco.