El canal público chino de noticias emitió un monográfico sobre el terremoto. No faltó de nada: conexiones en directo, recomendaciones a la población, datos actualizados de bajas, explicaciones de expertos, intervenciones del primer ministro, Wen Jiabao, y el presidente, Hu Jintao... No parece raro, puesto que es la mayor tragedia del año. Pero esa gestión racional de la crisis certifica la senda hacia la transparencia de China, que hasta hace poco las ocultaba.

Casi 32 años atrás, en julio de 1976, Tangshan, 500 kilómetros al sur de Pekín, sufrió un terremoto, el peor del siglo pasado, de la misma intensidad que el de ayer: 7,8 grados en la escala Richter, con al menos 242.000 fallecidos. El Gobierno chino silenció el desastre durante días y tardó tres años en dar las cifras de muertos.