TDturante estos días, Cáceres está muy entretenida. La mezcla de espectáculos es tan variopinta que todo el mundo puede encontrar algo atrayente. Este caleidoscopio social y lúdico es el mejor indicador de la riqueza mental de una ciudad donde conviven alternativos, tradicionalistas, libertarios y castizos. A veces, se tiende a creer que Cáceres es monolíticamente conservadora porque éste es el pensamiento que más alto suele expresarse en los foros, pero un poso librepensador y vanguardista acaba haciéndose oír y, poco a poco, los poderes públicos van amoldándose a la realidad emergente y acompasándose, aunque sea a regañadientes, a los tiempos.

Durante estos días, conviven en Cáceres las músicas más dispares, el arte de vanguardia, la tradición religiosa, los toros, los libros, los carruseles, los pregones y las conferencias, el besamanto y el dragón, un mercadillo étnico y otro de chacinas... Cada cual acude a lo que le gusta, aunque a veces, hay sorpresas. Por ejemplo: uno ve a Mayumaná porque le va la percusión, pero lo que no esperas es que en una conferencia del hispanista Paul Preston haya también percusión. Sucedió el pasado jueves en el aula de cultura de Caja Extremadura. Hablaba el catedrático inglés sobre la represión franquista cuando una señora se levantó y mostró su indignación taconeando fuertemente camino de la salida y pegando un portazo estrepitoso al marcharse. A mí, más que indignación, aquello me pareció mala educación, pero supongo que fue un ejemplo de vida plural: el triunfo de la sensatez sobre el taconazo.