La irrupción de novelas procedentes de Hispanoamérica en los años 50 y especialmente en los 60 hizo tambalear la narrativa española de la época. Superando el realismo, explotando al máximo las potencialidades del castellano, la novelística de todo un continente emergió de manera irrebatibles con títulos como Cien años de soledad , Conversación en la catedral o La muerte de Artemio Cruz . La aparición en 1962 de Tiempo de silencio , de Luis Martín Santos, constituyó la aportación española a ese movimiento renovador. Y cuatro años después, Señas de identidad afirmaba la capacidad de superación del realismo desde de los avances de vanguardia que la guerra civil había cercenado.

Juan Goytisolo se había dado a conocer con una narración realista, de denuncia social, Juegos de manos , propia del momento literario. En la depuración de su estilo, el escritor buscó una literatura prosódica, escrita no para ser leída sino recitada, siguiendo la tradición medieval en la que se inspira, según explica el escritor Juan Bonilla en el prólogo del libro que ofrece mañana EL PERIODICO.

Con Señas de identidad , el novelista se proponía romper con el discurso narrativo tradicional y escribir un texto de ruptura. Pere Gimferrer señaló el carácter heterodoxo de la novela, su radical extrañeza y extrañamiento. Según el crítico Juan Ramón Masoliver, Goytisolo "luchó por buscar su verdadera identidad, reprimida por una sociedad traumatizante y traumatizada".