Hablar de romanas --antiguas básculas de pesar--, es hablar de Villanueva de la Serena. Desde la época de colonización romana, la comarca, y en concreto esta localidad pacense ha sido cuna de grandes artesanos que impulsaron el desarrollo económico de la localidad.

Es la industria más antigua de esta población que apenas pervive en nuestros días. De la más de una docena de artesanos que existían antaño, apenas quedan dos, y están jubilados. Son Antonio y Pedro Gil, los últimos romaneros de Villanueva de la Serena, que heredaron esta profesión de su padre. Comenzaron con apenas 12 primaveras, y 55 años después, Antonio se resiste a perder esta tradición. Y construye una nueva romana --quiere que sea la última-- para quedarla expuesta, a modo de recuerdo, en la ferretería de su hijo, en Villanueva de la Serena.

Fabricadas en hierro o forja, las romanas de Villanueva han viajado por toda España incluso fuera de nuestro país como recuerda, Antonio. "Toda la zona de Asturias era muy romanera, y también otros países como Brasil y alguno de Africa".

Antonio calcula que al cabo del año podían vender alrededor de cinco mil romanas, y que la fabricación de cada una de ellas, suponía un jornal de trabajo. Eran utensilios muy demandados en una España rural y fundamentalmente agrícola en la que no había básculas municipales y las romanas eran la única herramienta para el pesaje. "Andalucía era buen cliente porque había muchas aceitunas y se pesaban por kilos en las fincas; se utilizaban muchísimo y cada dos años había que reponer", recuerda Antonio.

Romanas para pesar de todo, desde cereales hasta animales. Para tan amplio abanico de pesajes, una amplia variedad de pesas. Sin embargo hasta ahora no han batido su récord: han construido la más grande de su dilatada carrera. Pesa 2.000 kilos y mide 4 metros; los hermanos Gil han querido donarla a su pueblo, a Villanueva, que orgullosa la luce en la rotonda de la Cruz del Río, a escasos 200 metros de donde un día estuvo el taller de los últimos romaneros.

De un extremo a otro, es decir, de la más grande a la más pequeña. Antonio muestra con orgullo sus pequeños tesoros, romanas en miniatura realizadas por él. Hizo más de un millar y apenas le queda media docena: pedazos de Villanueva convertidos en originales regalo.

Las básculas electrónicas fueron acabando con esta artesanía tradicional; y de aquella activa industria, ya no queda nada. Pero Villanueva quiere recordar este oficio, y con él, parte de su historia que albergará en un museo. Se ubicará en otro lugar histórico, la antigua cárcel, rehabilitada para tal fin. Mucho más que un museo, un trozo del antaño esplendor de los grandes artesanos que dieron renombre a Villanueva de la Serena.