En las imágenes de los océanos, incluso los barcos más grandes se ven diminutos. Por eso podríamos pensar que nuestra presencia en ellos es poco significativa. Sin embargo, se acaba de publicar un artículo en el que se calcula que los pescadores actúan en más del 55% de la superficie de las aguas oceánicas. Esto significa una superficie cuatro veces mayor que la que ocupamos para la agricultura en todo el mundo.

El estudio lo han hecho un grupo de investigadores de Estados Unidos aprovechando los sistemas de localización que tienen los barcos para tratar de reducir los riesgos de colisión entre ellos. Han procesado más de 22000 millones de mensajes de 70.000 barcos de entre 6 y 146 metros que suponen que tienen actividad de pesca. Gracias a estos datos han localizado las zonas donde pescan y sus movimientos. No puede sorprender que los lugares donde los barcos se encuentran con más frecuencia sean donde hay una productividad de pesca más elevada, como cerca de las costas africanas o de América del Sur, o cerca de los lugares de consumo como son la Mar del Norte o el Mar de China. Encuentran también que la actividad puede depender del clima y las costumbres de sus países, como en Navidad o el Año Nuevo chino.

Quizás el dato más nuevo del estudio es que en más de la mitad de la superficie de los océanos hay actividad pesquera. Y donde no la hay es porque se tratas de zonas poco accesibles como las zonas polares o con menos poblaciones de peces. En el artículo los autores se preguntan si vale la pena tanto esfuerzo con efectos globales para una actividad que solo proporciona el 1,24% de las calorías que comemos, sobre todo teniendo en cuenta que actualmente ya la mitad de la producción de pescado y marisco procede de la acuicultura. En algunos países se apoya la actividad pesquera por su importancia social o económica o por el alto consumo de pescado. En la pesca oceánica, como en tantos otros temas, las decisiones locales acumuladas acaban teniendo efectos en el conjunto del planeta.