La sensación de impotencia se adueñó ayer de los pescadores, que ven en peligro su medio de subsistencia, y muchos no ocultaron su preocupación por la lentitud y la falta de organización en las primeras respuestas. "Algo así no había ocurrido jamás --afirmó Bob Abruscato--. Es peor que cualquier calamidad que hayamos vivido antes". Darrel Loga, un pescador de Boothville, dijo que las medidas adoptadas para controlar el vertido parecían "un chiste".

Paralelamente, comenzaron a brotar las muestras de solidaridad. En la villa pesquera de Venice, en Luisiana, los habitantes se acercaron hasta el puerto para ayudar en las tareas de limpieza, y cada vez son más los voluntarios que se ponen en contacto con los gobiernos locales para echar una mano. En Fort Jackson se ha abierto un centro de acogida de animales afectados por la marea negra, donde ya han empezado a limpiar a los primeros pelícanos.