La Audiencia Provincial de Valencia ha celebrado hoy el juicio contra un hombre acusado de darle una patada en la cabeza a otro, en el transcurso de una discusión, causándole tales lesiones que el denunciante sufre incapacidad permanente absoluta "para todo trabajo" y precisa vigilancia neurológica y medicación de por vida.

El procesado se enfrenta por ello a una condena de 10 años de prisión, como autor de un delito de lesiones, y a indemnizar a su víctima con 223.000 euros, mientras que la defensa pide para su cliente 6 meses de cárcel por lesiones por imprudencia, un mes de multa a razón de 3 euros al día y una indemnización a la otra parte de 6.000 euros.

Tras el interrogatorio, en el que un grupo de médicos forenses ha corroborado las secuelas y la incapacidad del denunciante mientras que otro las ha cuestionado, la fiscal ha solicitado que se sume a su petición de condena la agravante de alevosía, aunque no un aumento de la pena.

Los hechos juzgados sucedieron en un polígono industrial de Quart de Poblet (Valencia), el 24 de diciembre de 2005, cuando Aitor B. mantuvo una discusión con Antonio R. porque éste había detenido su vehículo en la calzada para arreglar una placa de matrícula que se había desprendido, obstaculizando el paso del coche en el que viajaba el acusado y un compañero de trabajo.

Según el escrito del fiscal, en el transcurso de la disputa, y mientras el denunciante estaba agachado, el acusado le propinó una patada en la cabeza, dándose la circunstancia de que éste calzaba unas botas de trabajo con la punta de acero.

Como consecuencia, Antonio R. sufrió un traumatismo cráneo encefálico, hematoma epidural temporeo-fronto-parietal y zona de contragolpe en región parietal izquierda de corteza cerebral, lesiones que le tuvieron 4 días de hospitalizado y un total de 452 días "impedido para sus ocupaciones diarias".

Además, el hombre, al que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) le ha reconocido la incapacidad permanente absoluta para trabajar, sufre secuelas consistentes en pérdida de sustancia ósea en el cráneo, disartria, apraxia y epilepsia postraumática parcial compleja, con lo que, entre otros, se expresa con dificultad y ha perdido fuerza y sensibilidad en medio cuerpo.

El procesado, de 25 años, ha negado ante el juez llevar botas de punta metálica ese día, como es reglamentario en su empresa de fabricación de piezas para coches, y ha alegado que sus jefes le han autorizado a llevar, en su lugar, deportivas porque tiene "uñas amarillas y huecas en los pies" y las botas le hacen "daño".

En su relato, ha explicado que salía de almorzar de un bar con un compañero de trabajo y que los dos, montados en el coche, volvían a su empresa cuando dos vehículos, atravesados en la calzada, les impedían pasar.

Al ver que no se apartaban, bajó del coche y "un hombre agachado junto a un coche" le dijo que no quitaba el coche" porque no le daba la gana", momento en el que "se levantó con un destornillador en la mano" y el acusado, asustado, le dio una patada "en la cara".

Por su parte, la víctima, que ha acudido al juicio con su mujer e hijo, ha afirmado ante el tribunal no acordarse más de que estaba reparando un desperfecto que había causado, dando marcha atrás, al coche de un compañero de trabajo cuando, agachado, notó "un pequeño golpe en la cabeza".

Antonio, de 47 años, trabajaba como jefe de cocina en el restaurante que hay junto al lugar donde sucedieron los hechos y por entonces contaba con un sueldo de 2.000 euros, según ha afirmado.

Ahora es pensionista y se toma "más de 10 pastillas al día" para tratar sus dolencias.