Harry Houdini, el mago que asombró al mundo a inicios del siglo XX con sus asombrosas liberaciones de todo tipo de ataduras, podría salir ahora de su tumba con ayuda de familiares y admiradores que pretenden conocer si fue asesinado. George Hardeen y Anna Thurlow, descendientes respectivos de Houdini y de sus principales enemigos en EEUU, el matrimonio Crandon, aseguraron hoy durante una conferencia de prensa en Nueva York que apoyan la exhumación y el examen de los restos.

El abogado Joseph Tacopina, quien se encarga del aspecto legal del proyecto, explicó en la misma ocasión que el caso Houdini sigue siendo un misterio, por las circunstancias que rodean su muerte. Agregó que la familia Houdini "quiere respuestas", y también los familiares de sus principales enemigos, Margery y su esposo Le Roy Crandon, considerados entre los responsables de la muerte del mago.

Hardeen, cuyo abuelo Theodore era hermano de Houdini y que participó en la rueda de prensa por teléfono desde Arizona, subrayó que es necesario "saber con exactitud qué pudo matar a Houdini". "La investigación forense puede determinar si Houdini fue envenenado", afirmó Anna, biznieta de Margery, durante el acto celebrado en la Sociedad Històrica Judía en EEUU.

Houdini (1874-1926) nació en Hungría en el seno de una familia judía -su nombre original era Erik Weiss- y siendo un niño emigró con su familia a Estados Unidos. Con 20 años de edad ya era mago profesional e iniciaría una meteórica carrera en la que probaría también como actor de cine y que lo convertiría en el "escapista" más famoso de su época. Además de sus espectaculares desafíos, Houdini fue un feroz combatiente de "mediums" y espiritistas que aseguraban podían conectar con los muertos, lo que le generó no pocos enemigos. En los últimos años de vida, Houdini atacó con ferocidad al "Espiritualismo", un movimiento que tenía a Sir Arthur Conan Doyle, creador de "Sherlock Holmes", entre sus principales adeptos, y al matrimonio formado por la medium Mina "Margery" Crandon y su esposo como sus más destacados representantes en EEUU.

Distintas versiones sobre su muerte

Houdini murió el 31 de octubre de 1926 -Día de Halloween- en el hospital Grace de Detroit y los médicos diagnosticaron como causa oficial del deceso una peritonitis, consecuencia de un apéndice reventado. El certificado del doctor Daniel Cohn señaló que el trauma era resultado de "un duro golpe recibido en el abdomen el 22 de octubre" en Montreal, la ciudad que visitó Houdini antes de Detroit. La versión inicial relacionó ese golpe con un reto que había lanzado el mago a un grupo de estudiantes, a uno de los cuales invitó a golpearle para demostrar la fortaleza de sus músculos.

Pero otras investigaciones revelaron que Houdini fue golpeado en días posteriores por más personas y entre ellas un misterioso personaje apellidado Whitehead, a quien se ha identificado como un destacado "espiritualista" en aquella ciudad canadiense. William Kalush y Larry Sloman, autores de "The Secret Life of Houdini: The Making of America's First Superhero", señalan, además, que durante su estancia en el hospital y cuando mostraba síntomas de mejoría, pocos días antes de morir, a Houdini le administraron un suero "experimental" del que no se supo su contenido.

A su muerte, los restos del Gran Houdini fueron trasladados a Nueva York y recibieron sepultura en un cementerio del condado de Queens sin haberse realizado autopsia, lo que ha favorecido el misterio en torno a las causas reales de su muerte. Un equipo de forenses, antropólogos y toxicólogos examinará los restos, una vez obtenidos los permisos necesarios, y estará al frente el doctor James Starrs, un experto en exhumaciones que ha estudiado otros cadáveres famosos como el del pistolero Jesse James. Starrs explicó que no se puede predecir el plazo que llevará la investigación, que sería muy amplia y no se centraría sólo en averiguar si Houdini fue envenenado. El abogado Tacopina explicó que la tramitación de los permisos para la exhumación se iniciará el lunes y aseguró que no prevé obstáculos legales, por contar con el visto bueno de los familiares y del cementerio.