Ssiempre ha sido la cara visible en Bélgica de las exitosas campañas para alertar de los efectos del consumo del alcohol en la conducción. Flor Koninckx, parlamentario del partido socialista, se dedicó durante 15 años a convencer desde la pantalla de televisión a sus compatriotas de que conducir después de beber era un pecado mayor. Hasta que el sábado cayó en un control policial anunciado de antemano. Fue uno de los pocos conductores que dio positivo. Tuvo que dejar el coche, aunque no le retirarán el carnet.

Toda Bélgica se ensañaba ayer con el popular político, que hasta el 2004 fue jefe superior de la policía de tráfico. En esa función, y siempre de uniforme, presentó durante una década y media el programa de televisión Kijk Uit! (¡Vigila! ) sobre cómo mejorar la conducta al volante y disminuir el elevado número de muertos en las carreteras. Koninckx fue también uno de los impulsores de la campaña Bob, un personaje ficticio que es el que nunca bebe y que lleva a sus amigos en coche después de una noche de fiesta. Muchos lo emularon.